Thursday, March 28

Argelia da prioridad a Italia, tras el giro de España en el Sáhara Occidental


Un nuevo oro de nuestro tiempo es el gas. Por eso Argelia, con su riqueza en hidrocarburos, se ha convertido en un país clave del Mediterráneo, al que se ha acercado el Gobierno italiano en una jugada maestra diplomática. No en balde Italia es el país de la diplomacia. Desde luego, en el Norte de África le ha dado una lección a España.

La guerra de Ucrania está cambiando las rutas del gas, jugándose una importante partida de ajedrez en el Mediterráneo, con Italia y Argelia como piezas fundamentales de una nueva estrategia que afectará a los intereses de España en el norte de África, pues el Gobierno de Argel da hoy prioridad a Roma tras el giro

 del presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, sobre el Sáhara Occidental. Así se ha confirmado en la visita que ha realizado en esta semana a la capital italiana una amplia delegación argelina, encabezada por el secretario general del Ministerio de Asuntos Exteriores, Chakib Rachid Kaid, que abandonó ayer Roma. Inevitablemente, en la mente de la delegación argelina ha estado el reciente e inesperado giro del Gobierno Sánchez, rompiendo un consenso de 47 años de la política exterior en apoyo de las resoluciones de la ONU sobre el derecho a la autodeterminación del pueblo saharaui. Antes de partir hacia Argel, Kaid ha dejado claro en Roma el disgusto de su país, que piensa «revisar los acuerdos con España en todos los ámbitos», al considerar «inexplicable» el cambio de posición en su neutralidad sobre el Sáhara Occidental, un asunto vital para Argelia.

En contraste con las nubes que se ciernen en las relaciones hispano-argelinas, Italia ha ofrecido a Chakib Kaid y su delegación una calurosa acogida a lo largo de cuatro días. En la reunión en la Farnesina, sede del Ministerio de Asuntos Exteriores, su titular Luigi Di Maio explicó que «Italia desea un acuerdo estratégico de 360 grados con Argelia, para intensificar el diálogo político y fortalecer aún más la cooperación económica y energética, trabajando juntos por la estabilidad del Mediterráneo». Al término de los trabajos, en los que han participado sesenta expertos de varios ministerios y diversas entidades de ambos países, se ha firmado un amplio documento que identifica las principales áreas en las que Italia y Argelia realizarán proyectos conjuntos.

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No es un acuerdo improvisado. Se trabaja en él desde hace meses, aunque el relanzamiento de las relaciones se ha intensificado en los últimos meses. Ambos países se necesitan. Argelia es un gigante entre el Sahel y el Mediterráneo, con una relación envenenada con su vecino Marruecos, empeorada ahora más si cabe por el Sáhara Occidental tras el cambio de posición de España. Para Italia, a nivel político, Argelia es un interlocutor crucial en el tablero de ajedrez libio y del Sahel, con vistas también al problema de la inmigración. Desde el punto de vista económico y energético, la relación de ambos países es excelente: Italia es el tercer mayor socio comercial de Argelia (primer cliente y tercer proveedor). El gas constituye casi la totalidad de las importaciones de Argelia, que es el segundo proveedor de Italia, tras Rusia: concretamente, el 27% del gas consumido en Italia es argelino, mientras el ruso llega casi al 40%. Italia, por su parte, exporta principalmente maquinaria, productos refinados del petróleo, químicos y siderúrgicos.

Italia, «un modelo»

La economía de Italia representa «un modelo» a seguir para Argelia. Así lo afirmó recientemente el presidente argelino, Abdelmadjid Tebboune, que en mayo viajará a Roma: «Nuestra economía no se parece a la francesa sino a la italiana: debemos tomarla como modelo. Italia es una potencia económica mundial en el campo de las pequeñas y medianas empresas», mientras que Argelia quiere relanzarse en este sector, precisó el jefe del Estado.

El acuerdo con Argelia llega en un momento crucial por el conflicto de Ucrania. Tradicionalmente, Argelia ha mirado hacia Moscú. Sus relaciones con Rusia tienen sus raíces en la independencia de Francia en 1962. Las fuerzas armadas argelinas disponen de equipamiento militar fabricado en Rusia, en su mayor parte. Ahora, en una óptica de alargar el campo de sus relaciones comerciales y búsqueda de más inversiones, en la nueva geoestrategia tras la guerra de Ucrania, Argelia ve en Italia un país clave para fortalecer su cooperación no solo en el campo energético y económico, sino también en el cultural, científico y tecnológico.

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De momento, según el embajador argelino en Roma, Abdelkrim Touahria, «Italia podrá contar con suministros adicionales de gas argelino al mismo precio, alcanzando, y quizás superando, los 30.000 millones de m³ ya en los próximos meses con un aumento de aproximadamente 2.000 millones de m³ en comparación con los volúmenes actuales». Según el embajador argelino, el gas que pasa por el Gasoducto Transmediterráneo que atraviesa Túnez y llega a Mazara del Vallo, en Sicilia, «podría, si no anular por completo, al menos reducir considerablemente los efectos de la crisis ucraniana y las sanciones contra Rusia sobre el sistema de suministro de energía italianos». Además, Sonatrach, el grupo estatal argelino para explotar los hidrocarburos de Argelia, y la empresa italiana Eni, han acordado explorar y extraer gas en el campo de Berkine, a 770 kilómetros al sur de Argel.

Argelia privilegia a Italia

En definitiva, Argelia, necesitada de inversiones, considera a Italia un país amigo que reúne todas las condiciones para ser un socio privilegiado, con capacidad también para convertirse, como desea Mario Draghi, en un centro clave del gas en el sur de Europa. Italia importa casi todo el gas que consume: el 95,6% del gas que necesita procede del exterior. En números absolutos, importa 72.750 millones de m³ de gas natural, mediante gasoductos o naves. Casi el 40% procede de Rusia; de Argelia, el 27,8; Azerbaiyán, 9,5, y Libia 4,2. Para mayor diversificación y su completa seguridad energética, el ministro de Exteriores, Luigi Di Maio, ha viajado varias veces a Libia y Argelia, además de Catar, Angola, República del Congo y Mozambique.

No es casual que el Gobierno italiano se apoye en Argelia para convertir el país transalpino en un centro neurálgico del gas del sur de Europa. Hace solo dos semanas, el primer ministro, Mario Draghi, comentó que los combustibles que llegan del norte de África deben ser transportados al «centro y norte de Europa». Draghi hizo esta declaración en la rueda de prensa con Pedro Sánchez y el jefe de Gobierno portugués, Antonio Costa, el 18 de marzo. Ayer, en rueda de prensa en la Asociación de periodistas extranjeros, Draghi manifestó que habló con Sánchez de construir un gasoducto entre Barcelona y Génova. Por el momento es solo una hipótesis. La empresa gasística italiana Snam realiza estudios para ver su viabilidad.

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Actualmente, la Unión Europea importa de Rusia el 40% del gas (155.000 millones de m³), el 27% del petróleo y el 46% del carbón, pagando en 2021 a las arcas rusas 148.000 millones de euros. Con la diversificación de compras a otros países, la UE pretende recortar en dos tercios la importación de gas ruso este año.

Sin duda, a Italia se le presenta un gran desafío energético. Se durmió en el pasado, con una excesiva dependencia de Rusia. Pero ha puesto en marcha un plan estratégico de diversificación. Lo prepara desde hace meses. No en balde la diplomacia italiana está considerada como una de las mejores del mundo. Aquí nació la diplomacia vaticana, calificada habitualmente como insuperable (quizás porque puede permitirse tiempos bíblicos al no estar sometida a cambios de gobiernos), y la italiana no le va a la zaga. Ambas tienen una característica común: no se puede dar un sí o un no definitivo. El «no es no», célebre en nues tros lares, no lo pronunciaría jamás un político italiano. Italia es el país de la diplomacia, con la que todo es posible y negociable. Por eso, no extraña que a Draghi, visto como un tecnócrata cuando en febrero del 2021 se convirtió en primer ministro, hoy se le considera un político pragmático que está jugando un relevante papel diplomático, acorde con la tradición histórica italiana.


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