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Casado busca un impulso del PP en Castilla y León para marcar distancias con Vox y mirar a La Moncloa


Madrid
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Pablo Casado

se reencontró el viernes en Valladolid con los militantes del PP, que volvieron a ovacionar a ese líder que ganó el congreso nacional con la fuerza de su discurso, cargado de principios sin complejos, y que parecía haberse retraído en los últimos tiempos. Hay quien lo atribuía a la guerra interna por el PP de Madrid, cuyas heridas escuecen en este partido, y que ha dolido de forma especial al propio Casado. En el mitin de cierre de campaña reapareció el líder, que levantó literalmente a todos de sus asientos con su defensa de la Constitución, España y Castilla y León frente al ‘sanchismo’, y con su reivindicación de un PP «moderado, eficaz, sensato y tolerante».

Esas son las señas de identidad que quiere mantener después del 13-F, pase lo que pase hoy en las urnas, y que son el pilar básico de una estrategia remarcada en Génova:
con Vox se habla, pero no se gobierna en coalición. Sobre esa premisa quieren aunar el mayor número de votos del centro-derecha, incluidos los procedentes de Ciudadanos, para llegar a las generales con garantía de éxito.

Casado se la juega en estas elecciones de Castilla y León, seguramente más que el propio candidato, Alfonso Fernández Mañueco, quien habrá pasado la prueba si consigue permanecer en el poder. La campaña se ha enrevesado tanto que incluso sobre eso había dudas en el PP en estos últimos días. En Génova son conscientes de que los resultados supondrán otro examen para el presidente nacional del partido, evaluado constantemente desde que fue elegido en las primarias del PP, y que hasta ahora ha ido superando pruebas aún más difíciles. En este caso, el líder del PP se juega su propia estrategia, y por tanto su liderazgo, si los populares no son capaces de gobernar en solitario y se ven obligados a depender de Vox, lo que chocaría de frente con su discurso. Fuentes de Génova aseguraron a ABC que Mañueco se presentará a la investidura, hablará «con todos», pero rechazará una coalición con Vox. Ese es el ‘punto caliente’ del discurso del PP.

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En el cuartel general de los populares confían en la victoria de Mañueco, aunque no alcance las altas expectativas iniciales, que lo situaban cerca de la mayoría absoluta. A partir de ahí, el secretario general tiene listo un plan que involucrará a todo el partido y que tendrá como punto principal llevar a Casado a La Moncloa. Génova quiere a los populares volcados en ese objetivo en todos los territorios. Para alcanzar esa meta, el PP considera vital la reunificación del voto de centro-derecha y la absorción de los electores de Ciudadanos, algo que pasa por mantener la distancia con Vox.

Una coalición con el partido de Santiago Abascal chocaría con esa estrategia de Casado, por lo que su intención es que se repita el modelo de Madrid, con la presidenta autonómica gobernando en solitario y con apoyos puntuales de Vox. El riesgo es que la situación acabe en bloqueo, pero el PP se apuntará a Vox como responsable en ese caso.

Si Mañueco consigue gobernar en solitario, el PP considerará que su estrategia ha funcionado y el líderazgo de Casado saldría reforzado. En caso de un fracaso, este también afectaría de lleno al presidente nacional, en un momento complicado. El PP tiene por delante aún siete congresos regionales, entre ellos el de Madrid, con Ayuso muy fuerte dentro y fuera del partido. No es lo mismo que Génova afronte ese congreso en una posición de fuerza que con debilidad, y tampoco es igual que Casado llegue al congreso nacional de julio reforzado y con otro éxito apuntado en su casilla que cuestionado dentro de su propio partido.

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El resultado en Castilla y León condicionará también el posible
adelanto electoral en Andalucía
, donde el PP gobierna ‘en paz’ con Ciudadanos. Si se visibiliza ahora un Vox fuerte y un PP dependiente de ese partido, el discurso ‘centrista’ de Juanma Moreno se vendría abajo, y se apuntaría como responsable al líder del partido, como firmante de una estrategia fallida.

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