Wednesday, March 27

Castilla y León, Comunidad Valenciana, La Rioja… media España sufre ya una inflación de más del 10%


Madrid
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La
magnitud de las turbulencias en los mercados energéticos y su dañino traslado a los precios que soportan los consumidores en aspectos tan cotidianos como el recibo de la luz o el repostaje de carburante ha convertido la publicación mensual del IPC por parte del Instituto Nacional de Estadística (INE) en un evento con tintes históricos.

Se sabía por la información de avance difundida por Estadística el día 30 que la tormenta perfecta del pasado mes de marzo, con los efectos del conflicto en Ucrania en su máxima expresión y las consecuencias sobre el abastecimiento del paro de los transportistas, iba a alumbrar un dato de inflación para la historia. Y así ha sido.

La cesta de más de 200 subclases de productos de consumo cotidiano a partir de la cual se calcula el IPC se encareció entre el mes de febrero y el mes de marzo un 3%, una tasa mensual que solo se ha dado cinco veces desde que la evolución de los precios empezó a medirse de manera sistemática en 1961 y que no se veía desde el mes de agosto de 1977; y marcó una tasa de incremento interanual –la que se toma como principal referencia para medir la evolución de los precios a nivel internacional–
del 9,8%, la más alta desde el año 1985

.

Una nota circulada ayer por la escuela de negocios EAE Business School advertía de que de mantenerse el ritmo de evolución de los precios de marzo durante los próximos doce meses la tasa de inflación de la economía española se iría hasta el 42,6%, un nivel propio de economías en desarrollo.

La posibilidad de que esto ocurra es mínima, pero la proyección sirve para ilustrar la naturaleza extraordinaria de lo que ha ocurrido con los precios en España el pasado mes de marzo. La última vez que el IPC subió con semejante intensidad en un solo mes, en el año 1977, la inflación cerró el año cerca del 30% y el Gobierno de Adolfo Suárez se vio obligado a orientar toda su política económica a tratar de controlar la subida de los precios para evitar un estallido social.

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En esta ocasión, el Gobierno ha lanzado un plan de choque, con un horizonte a tres meses, que básicamente pretende bajar 20 céntimos el precio del carburante, a la espera de lo que ocurra con la célebre ‘excepción ibérica’.

Bajo el efecto contagio

Los datos proporcionados ayer por el INE revelan que nueve comunidades autónomas sufren ya niveles de inflación del 10% o más altos: Aragón, Cantabria, Castilla y León, Castilla-La Mancha, Comunidad Valenciana, Extremadura, Galicia, la Región de Murcia y La Rioja. En la mayoría de los casos, son las que más sufrido el encarecimiento de la factura energética, según la evolución de las diferentes rúbricas que muestra el INE.

Los datos auguran problemas de competitividad interna porque las brechas de inflación entre autonomías se están ensanchando de manera muy evidente, hasta el punto de rondar los tres puntos entre Castilla-La Mancha, donde el IPC se ha disparado al 11,7%; y la Comunidad de Madrid, con el 9%.

El mayor impacto de las turbulencias en los mercados energéticos sobre España está
abriendo también el diferencial de precios con la zona euro. En marzo ese brecha se amplió hasta los 2,3 puntos –la inflación está en el 9,8% por el 7,3% de la media de la zona euro–, por encima del umbral de dos puntos a partir del cual los analistas estiman que ese diferencial de precios ya empieza a tener efectos sobre la competitividad del país.

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CEOE volvió ayer a llamar especialmente la atención sobre este punto en su valoración sobre el dato de inflación de marzo y advirtió de que «supone una pérdida de competitividad relativa que no debiera agravarse con nuevos aumentos sobrevenidos de costes de ningún tipo», en referencia a las posibles tentaciones de subir los impuestos o retirar los estímulos que pudiera tener el Gobierno.

A la espera de la
concreción de la célebre ‘excepción ibérica’ que el presidente del Gobierno dijo haber arrancado tras la última reunión del Consejo Europeo, que
según ha publicado ABC cada vez despierta más inquietud entre el resto de socios de la Unión, el diferencial de precios forzado por la mayor carestía de la energía en España preocupa cada vez más al tejido empresarial. La medición de ese diferencial respecto a la media de la zona euro enmascara que la distancia con países que son competidores directos de España como Francia (4,5%), Portugal (5,3%) o Italia (6,7%) es mucho mayor.

Un año de inflación

Hace exactamente un año que el IPC empezó a sufrir las tensiones de precios en los mercados energéticos. Entonces, los titulares de prensa advertían de la fuerte aceleración de la inflación después de que la tasa interanual pasara de los niveles próximos a cero en que venía moviéndose desde la pandemia hasta el 1,3%.

Desde ese momento, la inflación no ha dejado de subir y ha pasado de limitarse a las rúbricas directamente relacionadas con la electricidad a contaminar a todo el tejido económico.

Caixabank Research recordaba ayer que mientras hace un año el 86% de las rúbricas que conforman el IPC registraban subidas inferiores al 2% y apenas un par de ellas crecían por encima del 5%, el pasado mes de marzo tres de cada cuatro ya mostraba un encarecimiento interanual superior al 2% y el 35% ya evolucionaba por encima del 5%.

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La comparación es reveladora. En los últimos doce meses el precio de la electricidad se ha más que duplicado (107,8%), el del gasóleo se ha incrementado un 45%, el de la gasolina y el butano, un 33%; y el del gas natural, un 12%, lo que permite hacerse una idea del brutal encarecimiento que ha experimentado la factura energética de los hogares y las empresas españolas en el último año. La puntilla fue el pasado mes de marzo, convertido ya en los registros en el mes de la historia en el que la electricidad se ha pagado más cara.

La espiral inflacionista ha impactado de forma especial también sobre los precios de los alimentos. De un año a esta parte el aceite de oliva ha subido un 32,9%, el pasta lo ha hecho un 21,4%, la harina, un 14%; y otros productos como el arroz, la carne de cordero, la leche, los huevos o el pescado fresco son un 11% más caros de lo que eran en marzo de 2021.

Las tarifas de los hoteles se han incrementado un 32% y las comisiones bancarias y las tarifas de correos lo han hecho un 10,6%.

En el mes en que más han subido los precios desde el año 1977, las principales subidas fueron las de la electricidad (28,5%), las prendas de vestir (25%), el gasóleo (17%), el aceite de girasol (15%) y el calzado (14%), los productos que más subieron, reflejando fenómenos coyunturales como el paro del transporte y el conflicto en Ucrania y otros más estacionales, como el fin de la campaña de rebajas de invierno, que está detrás del encarecimiento del vestido y el calzado.

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