Thursday, April 18

El confinamiento de Shanghái añade más madera a la crisis global de suministros


CORRESPONSAL EN PEKÍN
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Cuando el mundo empieza a recuperar la normalidad tras haber superado la pandemia del coronavirus iniciada en Wuhan hace dos años, se avecina un nuevo impacto procedente también de China.
Prolongándose durante más de un mes en muchos barrios y distritos, el confinamiento por Covid de Shanghái no solo afectará a la economía de China, sino a la de todo el planeta por ser uno de los principales núcleos de la globalización. Enclavada en el Delta del río Yangtsé, uno de los pilares de la “fábrica global”, esta futurista megalópolis de 25 millones representa por sí sola un 3% del Producto Interior Bruto (PIB) chino y el 10% de su comercio total desde 2018.

Además de capital financiera del gigante asiático y su ciudad más internacional, Shanghái es un importante centro industrial y logístico para todo el planeta.

Mientras por su puerto pasa el mayor tránsito mundial de mercancías (47 millones de contenedores el año pasado), su aeropuerto internacional de Pudong manejó en 2020 unos 3,4 millones de toneladas de carga, un millón más que Pekín, Shenzhen y Cantón (Guangzhou) juntos.

Con estos mimbres, su cierre total para erradicar su brote de Covid-19, que lleva alrededor de medio millón de contagiados desde marzo, asestará un duro golpe a la recuperación de la economía global tras la pandemia y agravará la ya delicada crisis de suministros. Como anticipo, más de 300 barcos esperan alrededor de su puerto para descargar sus bodegas, ocupadas en su mayoría por materias primas y componentes electrónicos, y llenarlas con productos ya finalizados y listos para su comercialización por todo el mundo. A un ritmo más bajo por el encierro en casa de muchos de sus trabajadores, el megapuerto de Shanghái sigue funcionando durante el confinamiento. Pero ni la tradicional laboriosidad china ha podido evitar que se forme un cuello de botella con el doble de barcos de lo habitual.

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Freno añadido

El problema no es solo cargar o descargar las mercancías en los muelles, sino que lleguen a puerto desde las fábricas por las restricciones al transporte que impone el cierre de Shanghái. Los controles sobre los camiones, cuyos conductores deben hacer cuarentena de dos semanas tras pasar por la ciudad y su puerto, han mermado aún más la distribución de una producción ya reducida por los respectivos confinamientos en las provincias de alrededor, especializadas en alta tecnología y vehículos eléctricos. Buena prueba de ello es que la mitad de los 200 mayores proveedores de Apple tienen fábricas en Shanghái y en la vecina provincia de Jiangsu. Además, ensamblan los móviles, ordenadores y tablets de otras grandes marcas como Huawei, Xiaomi y Oppo y trabajan para firmas como Microsoft, Intel o Google.

El PIB mensual de China perderá entre un 2,5 y 3%

La interconexión industrial y logística en el Delta del Yangtsé es tal que, si sigue el confinamiento de Shanghái, el PIB mensual de China perderá entre un 2,5 y un 3%, es decir unos 190.000 millones de yuanes (27.300 millones de euros), según calcula un estudio de las universidades de Hong Kong, Tsinghua (Pekín), Zhejiang y Princeton. Su objetivo de análisis ha sido el flujo de camiones a Shanghái, ya que por carretera se mueve el 73,8% de los contenedores que circulan por China rumbo a sus puertos.

Para colmo de males, el confinamiento no solo afecta a Shanghái, sino a muchos otros lugares. Solo 13 de las cien mayores ciudades de China no han impuesto restricciones por los brotes del coronavirus, lo que pasará factura a la economía porque suman más de la mitad del PIB nacional. A tenor de Reuters, al menos 370 millones de personas han sido encerradas en sus casas durante estos últimos brotes, que se han propagado por toda China por la contagiosidad de la variante Ómicron y, especialmente, de su subtipo BA.2.

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«Incluso con los puertos y aeropuertos abiertos, la duración del parón podría provocar la mayor disrupción logística desde el inicio de la pandemia», advierte la naviera Freightos a sus clientes, que ya se preparan para un embudo en la importante ruta marítima Shanghái-Los Ángeles. «Los problemas logísticos han aumentado en abril, afectando a la producción en numerosas industrias. Esto podría dañar significativamente al comercio de China en abril», alerta el banco de inversión UBS, que ha rebajado las expectativas de crecimiento del PIB nacional por culpa de los confinamientos.

Motor automovilístico

Al cierre de Shanghái se suma el de la provincia nororiental de Jilin, que tiene otros 24 millones de habitantes y es uno de los motores de la industria automovilística china. Tanto Volkswagen como Toyota han detenido su producción en dicha región, que empieza a abrirse tras un mes de confinamiento, mientras que las principales marcas de coches eléctricos, como Tesla, BYD o NIO, anuncian retrasos en las entregas por el parón en sus plantas de Shanghái y Jiangsu. Para reanudar su producción, que ha dejado de fabricar 40.000 vehículos desde el 28 de marzo,
Tesla dará sacos de dormir a sus empleados con el fin de que vivan en la fábrica y formen una burbuja que los proteja del coronavirus.

Junto a dicha imagen, la otra víctima de este confinamiento ha sido la Feria del Automóvil de Pekín, que se iba a celebrar esta semana y tenía previsto presentar nuevos modelos eléctricos de NIO y Xpeng pero ha sido aplazada.

370 millones de personas han sido encerradas en sus casas durante estos últimos brotes

«A corto plazo, el impacto es que habrá menos productos y más caros. Pero, a largo, el riesgo es que las empresas extranjeras se replanteen su continuidad en China porque estos confinamientos afectan a su producción y sus negocios. Si eso se corta, puede afectar al crecimiento potencial del país», analiza para ABC Alberto Lebrón, investigador del Instituto de Economía Política de la Universidad de Pekín, especializado en cadenas globales de valor. Aunque «no hay huida de empresas de momento», Lebrón avisa del riesgo que corre la «factoría global» china si «se continúa con esta política de Covid 0 más allá de este año».

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Debido a la pandemia, y también a la guerra de Ucrania, algunos economistas y políticos ya están abogando por una “relocalización” de las fábricas que se trasladaron a China en busca de su mano de obra barata. «Si desaparecen estas ventajas en logística, optimización de costes y calidad de vida para sus ejecutivos, las empresas empezarán a calcular cuánto les costarán los confinamientos y se plantearán otras alternativas», pronostica Lebrón. En su opinión, «eso no solo afectaría al consumo y al crecimiento de China por las exportaciones, sino también a otra variable clave como es la transferencia de tecnología».

Caída del PIB

De momento, el PIB del primer trimestre ha resistido subiendo un 4,8% interanual. Pero, debido a la incertidumbre, el consumo sigue resintiéndose y las ventas al por menor cayeron un 3,5% en marzo, desplomándose hasta un 16,4% en los restaurantes.

Por esta política de “Covid 0”, el banco de inversión Nomura ha rebajado su previsión de crecimiento para China en el segundo trimestre del 3,4 al 1,8%, un considerable frenazo. Además, no prevé que dicha estrategia cambie hasta marzo del próximo año, una vez que el presidente Xi Jinping se haya perpetuado en el poder tras la Asamblea Nacional Popular y el Congreso del Partido Comunista programado para octubre. Hasta entonces no se prevé que el régimen renuncie a los confinamientos como el de Shanghái, que pueden afectar a otros importantes puertos y cuestionan la dependencia global de China.

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