Wednesday, March 27

El Donbass contra el Kremlin: así fue la feroz huelga de mineros ucranianos que precipitó la caída de la URSS


Un minero, en las huelgas de 1989 en la Unión Soviética

Israel Viana

MadridActualizado:

«Ahora podemos decir que las fuerzas rusas han comenzado la
batalla de Donbass, para la que se han preparado durante mucho tiempo», declaró este lunes
Volodímir Zelenski. El presidente de Ucrania aseguró en su canal de Telegram que altos funcionarios han confirmado que Moscú ha comenzado una nueva ofensiva en esta importante región minera del país que, durante el siglo XX y XXI, ha sido golpeada en numerosas ocasiones por parte de la URSS, primero, y Rusia, después.

En ‘Donbass’, el documental que grabó la periodista francesa Anne-Laure Bonnel en 2015, una ucraniana se lamentaba: «Somos un pueblo de mineros. No importamos a nadie». Las tierras de esta zona explotada por los soviéticos en el pasado, y ambicionada ahora por el presidente de Rusia,
Vládimir Putin, son, efectivamente, uno de los mayores depósitos mundiales de carbón. Entre los valles de los ríos Donets y Dnieper, sus minas atraviesan Dnipropetrovsk y llegan hasta la frontera rusa de Rostov.

Las huelgas mineras en la URSS, el 21 de julio de 1989+ info
Las huelgas mineras en la URSS, el 21 de julio de 1989

Hace décadas, los mineros que las trabajaban se convirtieron en un símbolo de resistencia contra el poder, protagonizando huelgas históricas como la de julio de 1989, que se extendieron como la pólvora a través del Kuzbass siberiano, la ciudad ártica de Vorkuta y el Karagandy de Kazajistán, además del Donbass, y que precipitaron la caída de la todopoderosa URSS. Sus protagonistas se convirtieron en héroes por marcar el comienzo del fin del régimen soviético dirigido entonces por Mijaíl Gorbachov.

En la década de los 90, sin embargo, la nueva Rusia post-soviética puso a trabajar a todo su aparato propagandístico para convertir a todos aquellos mismos trabajadores en villanos, por haber detenido en el pasado la producción de carbón con huelgas que se convirtieron en objeto de disputa política y territorial. Y es que hasta la prensa de Canadá se trasladó al Donbass. «El centro de Donetsk es inesperadamente verde y exuberante, atravesado por parques y bulevares arbolados. En la distancia, se pueden ver pirámides de carbón rodeando la ciudad», describía todavía
una noticia de 1993
.

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‘Se agrava la crisis’

Cuatro años antes, cuando la URSS todavía existía, ABC ya cubrió ampliamente las protestas de 1989 en el Donbass con titulares como
‘Se agrava la crisis de la URSS tras el crecimiento de la huelga de mineros’,
‘Nuevos movimientos de huelga prenden en cuatro cuencas mineras soviéticas’ y
‘La huelga de mineros podría apagar las calefacciones de la URSS’. En aquellos artículos, nuestro corresponsal en Moscú,
Alberto Sotillo, definía aquel parón como «la huelga más poderosa que ha conocido la Unión Soviética después de la Revolución de 1917».

Las huelgas mineras en la URSS, el 19 de julio de 1989+ info
Las huelgas mineras en la URSS, el 19 de julio de 1989 – ABC

Más de 90.000 mineros del Donbass desafiaban al Kremlin en uno de los momentos más críticos de la historia del gigante comunista, el de la Perestroika, promovida por
Mijaíl Gorbachov desde su ascenso al poder en 1989. Hablamos del ambicioso proceso de reconstrucción y apertura, acogido con esperanza por muchos ciudadanos soviéticos y Europa en general, que acabó con la URSS con el definitivo impulso que supusieron las protestas de los trabajadores del carbón ucranianos.

No hay que olvidar que el Donbass ya se habían visto muy afectado por el hambre del Holodomor, el conocido como Holocausto ucraniano, que acabó con la vida de entre seis y siete millones de civiles, entre 1932 y 1933, con la excusa de colectivizar las tierras emprendida por Stalin. Esta política de exterminio se hizo acompañar, además, por la rusificación de Ucrania que hoy vive su último episodio con la invasión emprendida por Putin. Pero nada de estos importó a los mineros del Donbass cuando se atrevieron a plantarle cara a la URSS, a pesar de la represión que otras protestas habían sufrido en el pasado.

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La serie de Zelenski

El 19 de julio de 1989, a pesas una semana después de que se hubiera iniciado la huelga,
podía leerse en ABC: «La extensión de este conflicto adquiere su perfil más amenazante en los primeros paros registrados en el Donbass, en Ucrania, principal cuenca hullera de la Unión Soviética, donde se produce aproximadamente un tercio de la producción del país. A los 4.000 mineros de seis yacimientos ya se han unido trabajadores de 33 yacimientos más, entendiendo rápidamente el conflicto por esta región clave para la economía soviética».

Noticia del 23 de julio de 1989 sobre las huelgas mineras de las URSS+ info
Noticia del 23 de julio de 1989 sobre las huelgas mineras de las URSS – ABC

Los paros en las minas y los enfrentamientos con las autoridades se extendieron como un incendio hasta otras zonas, como Siberia. Incluso la CNN se centró en este conflicto laboral sin precedentes, ya que no era normal que trabajadores de un perfil tan elogiado y mitificado por las autoridades soviéticas como el de los mineros se rebelaran contra el comunismo. No era algo como para tomárselo a broma, pues los huelguistas se acercaron finalmente a los cien mil, una cifra impensable en tiempos de Lenin, Stalin o Kruschev.

«Me paso la vida en la mina por 400 rublos, solo se nos ven los dientes al salir, una vez mi madre no me reconocía y se puso a llorar», decía uno de los trabajadores entrevistados por el director ucraniano Igor Minaiev para su documental ‘La cacofonía del Donbás’, estrenado en 2017. «Durante 70 años de poder soviético hemos acabado que no tenemos ni para limpiarnos el culo», añadía otro. Fue tan importante que el propio Zelenski reflejó esta huelga en el último episodio de la exitosa serie de televisión que le llevó a la presidencia.

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Las demandas

‘El Soviet Supremo, crispado por las huelgas’, anunciaba un titular de ABC, el 25 de julio de 1989. Los mineros habían garabateado sus demandas en simples hojas de papel durante los primeros días de una protesta que surgió como una explosión espontánea. Estas no hablaban de otra cosa más que de la escasez de alimentos, viviendas y bienes de primera necesidad que sufrían, reclamando salarios decentes, las primas reglamentarias por los turnos de noche o que el traslado desde la boca de la mina hasta su puesto de trabajo, que podía durar hasta dos horas a través de los túneles, se considerara parte de su jornada laboral.

Las dimensiones de las protestas fueron tan grandes que los comités de huelga se hicieron cargo del funcionamiento de las ciudades. La venta de licores fue prohibida y se establecieron organizaciones para mantener el orden público. En algunas ciudades, los jefes de Policía tuvieron que rendir cuentas en reuniones masivas sobre orden público organizadas por los huelguistas. El 23 de julio, ABC informaba:
‘Gorbachov cede ante los mineros y promete llevar sus demandas al Parlamento’. Y, cuatro días después,
anunciaba: «Todas las minas del Donbass, Donetsk, Ucrania y Vorkuta reanudaron ayer su trabajo, tras diez días de la mayor huelga de la historia de la Unión Soviética». Pero las protestas no se apagaron del todo, continuaron hasta la desmembración de la URSS en 1991.

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