VALENCIA
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Pollo en pepitoria, rosquillas de anís, arroz con leche o, para los más clásicos, sopa castellana: sencillas recetas acompañadas de la sabiduría de la tradicional cocina franciscana. No estamos hablando de Karlos Arguiñano ni de Alberto Chicote, pero la cámara admira de igual manera su natural telegenía. Desde los fogones de la hospedería del Monasterio Santo Espíritu del Monte de Gilet (Valencia), el Fray Ángel Ramón combina su labor de monje con el incipiente oficio de ‘youtuber’.
Entre los valles de los ríos Jabalón y Guadiana se ubica la localidad de Corral de Calatrava, en la provincia de Ciudad Real. Allí nació hace 51 años este fraile de familia «profundamente» cristiana que tras un viaje de peregrinación al Real Monasterio de Santa María de Guadalupe (Cáceres) decidió entregarse en cuerpo y alma a la orden franciscana.
«Entré de niño al seminario de Ciudad Real y allí pasé toda mi infancia y adolescencia, pero al conocer el ideario de San Francisco de Asís decidí marcharme con ellos», relata el Fray Ángel a ABC. La manera de afrontar su vida, camaleónica y obediente, le ha llevado a la cocina de una hospedería de un pueblo de Valencia desde la que hoy populariza las recetas «más sencillas y entrañables» de la gastronomía española.
Actualmente, su canal de Youtube cuenta con 194.000 suscriptores, de los que, matiza, la gran mayoría son personas mayores de 65 años. «Somos conscientes de la edad de nuestro público y estamos felices porque les llenamos un espacio de su vida en el que suelen estar solos», expone el fraile cocinero. «Brotar recuerdos de su infancia, rememorar tiempos mejores y hacerles pasar un buen rato, todo ello es lo que más me satisface», añade.
Desde que comenzara a subir recetas de cocina a internet, recién explotada la pandemia del coronavirus, suma más de quince millones de visualizaciones. Incluso, diferentes televisiones de Argentina y Perú emiten la elaboración de sus platos en abierto. «Una gran parte de nuestros espectadores son de Hispanoamérica, ya sea por compartir el mismo idioma, pero desde el primer momento se interesaron por los vídeos», asevera Ángel.
Una iniciativa circunstancial
No fue buscado. Ni el éxito online que exhibe la cocina del fraile ni su devoción por ponerse el delantal sobre el característico sayal de color marrón. «Mandan las circunstancias, tenía la intención de hacer un curso de cocina en el programa de actividades de la hospedería, pero la pandemia lo frustró y tuvimos que cerrar», detalla a este periódico.
«Se me ocurrió subir recetas a medios digitales para el servicio de la gente y pensaba que las seguirían los más cercanos pero sin esperarlo comenzó a llegar a más gente», subraya este fraile que antes de asumir el cargo de cocinero fue agricultor, ganadero e incluso profesor.
Procesa una defensa a ultranza de los votos básicos franciscanos: «pobreza, castidad y obediencia». Tanto es así que fue esta última quien le llevó a adentrarse guisar, cocer y aderezar alimentos. «Siempre he tomado el oficio del lugar en el que me encuentro y aquí vi la necesidad de coger la cocina, pero no se trata de ninguna vocación ni una ilusión de niño, sino porque era necesario que alguien lo hiciera», matiza.
La base de la cocina franciscana, según el Fray Ángel, se cimienta en dos cuestiones básicas: sencillez y provocar recuerdos. «Son recetas que te saben a tu historia personal», recalca. Por ejemplo, en uno de sus vídeos más recientes, en los que también relata lecciones de historia sobre San Francisco de Asís, recordó el método de aplastar las sardinas con el quicio de la puerta, que tanto «practicaban nuestras abuelas».
«A veces las recetas que hay en internet utilizan una cantidad de elementos que te obligan a salir a comprar e incluso a ir a tiendas especializadas», manifiesta. En cambio, su ideario gastronómico pivota entre productos de proximidad, «los que tenemos a mano en casa», como harina, bacalao y cebolla para cocinar una deliciosa empanada.
No recuerda con exactitud cuál fue su primer plato, pero imagina que sería un estofado o un guiso de patatas y garbanzos. Mira hacia atrás, a cada peldaño pisado, y solo puede sentir «mucha satisfacción». «Donde estuve siempre fui feliz, me adapté a cada convento y a cada circunstancia y, a pesar de los momentos de dificultad, no me puedo quejarme por nada», alude.
¿Un canal de Twitch o televisión en España?
Respecto a su futuro, se muestra cauto pero abierto a cualquier posibilidad. Preguntado por la idea de abrir un canal en la plataforma Twitch -principal competencia de Youtube-, que ofrece emisiones en directo, o incluso por acordar un programa en alguna televisión local o autonómica, Ángel se limita a «hacer cada día lo que tiene que hacer» y a «coger las cosas según vienen».
Por el momento, seguirá subiendo a Internet las creaciones que se le ocurren o le recomiendan en los comentarios de cada vídeo, algunas basadas en el recetario de Fray Altamiras de 1745. Y lo hará con la ayuda de Amparo, la encargada de la recepción y gestión de la hospedería que le graba con su móvil personal y el montaje y edición de un amigo de Sevilla.
«No estoy muy ducho en cuestiones tecnológicas», ironiza el cocinero que hace unos meses publicó un libro con gran parte de sus sabrosas recetas culinarias. Así, tal es su éxito, que algunos compañeros, con tono jocoso, le comparan con el Fray Papilla de la mítica película Marcelino, pan y vino (1954), dirigida por Ladislao Vajda y basada en la novela de José María Sánchez Silva.
«El éxito ha venido sólo y sin esperarlo», insiste, pero «viendo la repercusión hemos ido poniendo toda nuestra capacidad para seguir mejorándolo», resalta el fraile que huye de la vitola de «referente en la cocina de internet». Gracias a su trabajo, explica, que la gran mayoría de comentarios que recibe son positivos, a los que contesta uno por uno en reconocimiento a quienes los escriben.
El coronavirus obligó a la hospedería a reinventarse y ofrecer comidas para llevar como las paellas de los domingos como oxígeno a la caída de la principal fuente de ingresos. Ahí estaba el ingenio del fraile Ángel Ramón, que como deja intuir su nombre, ha supuesto toda una bendición para el monasterio que disfruta de sus sencillas pero exquisitas recetas. Y así, como concluye sus vídeos, «paz y bien, que aproveche y hasta el próximo lunes».
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George is Digismak’s reported cum editor with 13 years of experience in Journalism