Tuesday, December 5

Gastromercado en Coria | Hoy.es


Los mercados extremeños se resisten a convertirse en gastromercados excepto uno, que sin alharacas, vehemencia ni propaganda ya es un gastromercado sencillo, humilde y de bolsillo, pero gastromercado al fin y al cabo, con su gracia, sus tapitas, su terraza agradable y su interior original. Me refiero al antiguo mercado o plaza de abastos de Coria, que, a la chita callando, ha conseguido lo que en Cáceres o Mérida llevaban tiempo persiguiendo y no acaba de fructificar: el mercado de la Ronda del Carmen cacereña no interesa como enclave gastronómico a los profesionales de la hostelería y el emeritense mercado de Calatrava desistió de ser gastro, para convertirse en espacio de exposiciones y ferias, pero tampoco pudo ser y, si todo va bien, será el Museo Histórico y Arqueológico de la ciudad.

En Coria, sin tanta complicación ni cambios de parecer, el antiguo mercado se ha convertido en un gastromercado a su manera con dos locales muy frecuentados que han dado vida a la plaza de abastos. Desde noviembre, se ha instalado en el edificio un 100 Montaditos con amplio salón interior y gran terraza exterior. Además, también está dentro del mercado El Rinconcito de Julio, un castizo bar con su barra, sus mesas y sus pinchos. Así que en Coria, sin llamar la atención ni vender ninguna moto, se ha conseguido lo que en las capitales de la provincia y de la región llevaban años intentando.

Esto de los gastromercados se ha convertido en una moda tan desaforada que cuando en El Intermedio quisieron entrevistar a Pedro Sánchez comprando en un mercado de Madrid, tuvieron que irse al mercado de Ventas porque los del centro ya no eran mercados tradicionales, sino sublimes y exquisitos clubs del gourmet, donde no pides fruta, carne o pescado al kilo para llevártelos a casa, sino en porciones, más caros, presentados con gracia y no para llevártelos a casa, sino al bar contiguo, donde te los preparan y te vuelven a cobrar. ¡Qué guay todo! En Coria no es así. Allí pides tu pincho, los de los «montaditos» lo preparan, dicen tu nombre por un altavoz, lo recoges en la barra y te lo tomas tan ricamente en la terraza. Pero con la gracia antigua y tradicional del mercado, que siempre tiene su aquel.

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Recuerdo que, hace un par de años, compré un kilo de pluma ibérica a 10 euros en La Chanclona de Acehúche y la semana siguiente, en un gastromercado madrileño, la vendían a 22, pero la llamaban plumita. En Coria, ya sea en El Rinconcito de Julio, ya sea en el 100 Montaditos, te preparan y sirven el pincho sin montar ningún show.

En los gastromercados pijos te sirven el pincho tras montar un ‘show cooking’. Y lo hacen en Madrid en Colón, en el gastromercado Platea, llamado así porque imita un teatro; en Fuencarral, en el mercado de San Ildefonso; en Lavapiés, en el de San Fernando. Y en Barcelona, más ‘show cooking’ en la Boquería, Santa Caterina y Princesa. La lista sigue con las cinco plantas del mercado de San Agustín en Toledo, el mercado Victoria de Córdoba o la Lonja del Barranco de Sevilla, con vistas castizas a Triana y arquitectura diseñada por el mismísimo Eiffel.

En Estación Gourmet de Valladolid, hacen exhibiciones de cocina creativa. Y no faltan los talleres gastronómicos, los ‘show’ diversos ni las delicias en el Mercado Central de Valencia, el Mercado del Puerto en Las Palmas, San Agustín Gourmet de Granada, El Muelle en Huelva, Colón en Valencia, La Ribera en Bilbao, Del Este en Santander, Central en Cádiz… En Extremadura, sin embargo, no acaba de triunfar esto de los gastromercados, salvo en Coria, donde se lo han sabido montar sin riesgos ni ‘showspijos’.


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