Thursday, April 18

inflación del 6% y una economía creciendo por debajo del 4%


La
evaluación anual que el Directorio del FMI realiza de la economía de España acostumbra a incluir un mapa de riesgos. Su objetivo es identificar los factores que suponen una amenaza para el normal desempeño de la economía española, valorar la probabilidad de que sucedan y, en última instancia, estimar el impacto que pueden tener sobre el crecimiento o la evolución de su deuda pública, cuya sostenibilidad es uno de los grandes desvelos de la institución.

En su último informe sobre España, publicado hace apenas diez días, el FMI, sin referirse de forma específica a la situación de la frontera entre Rusia y Ucrania, consideraba muy probable una intensificación de las tensiones geopolíticas, que pudiera llevar a un

 encarecimiento de las materias primas y a un incremento de las tensiones inflacionistas. La decisión de Vladimir Putin de atacar Ucrania ha puesto ese escenario encima de la mesa.

En cuestión de horas, el precio del barril Brent de petróleo
se disparó por encima de los 100 dólares –algo que no sucedía desde 2014–, los precios de futuros del gas escalaron por encima de los 100 euros el megavatio y las notas de análisis emitidas de urgencia por analistas y bancos de inversión ya anticipaban un periodo prolongado de encarecimiento de materias primas, inflaciones altas y crecimientos más bajos en el mundo desarrollado.

España paga la fragilidad de su economía

¿Cómo puede afectar este contexto general a España? El ejercicio realizado por el FMI anticipaba que en un entorno de ‘shock de crecimiento’ como el que parece que encara Europa tras la irrupción del ejército ruso en territorio ucraniano el crecimiento español podría desplomarse desde el 5,8% previsto por la institución para 2022 hasta el 3,6%, cayendo aún más en 2023 hasta el 1,6% frente al 3,8% previsto.

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Sin ser tan preciso en los datos, el ‘think tank’ Funcas deslizaba también el pasado jueves que «de mantenerse las actuales tensiones, la economía española crecería a una tasa significativamente inferior al 5,6%» que constituye su escenario central.

Las razones para el pesimismo de Funcas coinciden con las expresadas por otros analistas consultados por ABC. Existe la convicción de que el conflicto, y sobre todo su inevitable impacto en los precios energéticos, que ya se ha manifestado en los precios del petróleo y el gas, traerá una inflación más elevada y que esta erosionará la capacidad de compra de los hogares y restará fuelle a la recuperación del consumo privado, un elemento clave para el crecimiento en España. Además, esperan consecuencias también por el lado de las exportaciones, principalmente por la exposición directa a esta crisis de Alemania, uno de los principales mercados receptores de las exportaciones domésticos. «Todo ello sin contar el previsible deterioro de la confianza, factor clave de la inversión empresarial, o el impacto sobre los tipos de interés y las primas de riesgo», remacha el informe de Funcas para terminar de configurar un cuadro de lo más inquietante.

«El impacto real sobre la economía española dependerá del tiempo durante el que se prolongue el conflicto», advierte Gregorio Izquierdo, director general del Instituto de Estudios Económico. «pero es evidente que ya ha generado incertidumbre y ha incrementado la percepción de riesgo, y eso siempre afecta a la inversión privada».

«El efecto más preocupante es el que tenga sobre la inflación», opina Josep Comajuncosa, profesor de la Escuela de Negocios Esade. «El gran riesgo es que la persistencia de elevados niveles de inflación afecte a las expectativas y aliente una espiral de precios y salarios, que consolide un entorno inflacionista».

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De momento, las expectativas de los analistas sí se han visto afectadas. Funcas, que hace apenas un mes auguraba una inflación media para 2022 por debajo del 3%, especula ahora con una tasa del 5,6% y no descarta que ésta pueda llegar incluso al 6,5%. La agencia de rating EthiFinance –antes Axesor– también señaló el viernes que su previsión de inflación podría pasar del 3,8% al 5,8%.

El debate ya no es si se cumplirán o no las expectativas de crecimiento del Gobierno para 2022, ancladas en el 7% aunque hace tiempo que se alejaron de forma sideral del consenso del mercado, sino si el crecimiento de 2022 será suficiente para recuperar los niveles de producto previos a la pandemia, como el Gobierno esperaba.

«Esta crisis impactará más sobre la industria que sobre el sector servicios y desde esa perspectiva España no saldrá tan perjudicada como en la pandemia», explica el profesor Comajuncosa. «Pero también nos coge con unos niveles de déficit y deuda muy elevados y sin espacio fiscal para elevar la inversión por lo que tendrá impacto sobre el crecimiento».

El papel del BCE aparece como crítico para la estabilidad financiera de España. Las declaraciones realizadas en el entorno de la institución hablan ya de una posible desaceleración de la retirada de las medidas de estímulo, lo que sería una buena noticia para España. Al menos, en el corto plazo, ya que los expertos consultados coinciden en que a medio plazo podría endurecer la posición de Bruselas de cara a la reforma de las reglas fiscales.

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