Wednesday, April 17

La caída libre de los partidos que construyeron la V República



Para ganar en la segunda vuelta de la elección presidencial, el próximo día 24, Emmanuel Macron y Marine Le Pen, los ganadores de la primera vuelta, con un margen del 4,7% favorable al presidente saliente, deberán intentar ganar votos a su izquierda, centro y derecha, entre electores que en otro tiempo votaron a las tres grandes familias que dominaron la vida política nacional durante más de medio siglo, comunistas, socialistas y conservadores.

El hundimiento histórico de Los Republicanos (LR), el PS y el PCF es el campo de ruinas donde Macron y Le Pen aspiran a imponer sus dominios.

Con el 4,79% de los votos en la primera vuelta, Valérie Pécresse, la candidata de LR, consigue el peor resultado electoral de la historia de las derechas francesas, con un agravante: ha tenido que pedir socorro públicamente para asumir la deuda de 5 a 7 millones de euros que ha costado la campaña, que no recuperará al no haber llegado al 5% de los votos. Con el 1,74%, Anne Hidalgo hunde el socialismo francés en un pozo sin fondo conocido. El PS está dividido entre partidarios de la refundación y los de crear un nuevo partido, olvidando el socialismo, sustituido por progresismo. Con 2,31 %, en la primera vuelta, Fabien Roussel, el candidato del PCF, no consigue sacar a su partido de la ‘tumba’ donde se encontraba.

Consagrado a la diplomacia armada de la guerra de Ucrania, el presidente en funciones estuvo relativamente ausente en la primera vuelta. Consciente de que no está clara su posible victoria en la segunda ronda, Macron inició ayer la campaña a paso de carga, en el norte, en algunos de los pueblos más pobres de Francia, antiguos feudos comunistas, feudos de extrema derecha en la actualidad.

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«Vengo a clarificar mi programa, para demostrar que es justo y social», declaró Macron en Denain, ante un grupo de obreros y familias de origen social muy modesto, agregando: «Para ganar tengo que convencer; y para convencer tengo que completar mi proyecto». Traducida a la jerga electoral inconfesable, esa frase quiere decir esto: «Tengo que ganarme a los obreros que no han votado por mí y ahora votan a Le Pen».

Macron viajará a varias ciudades del este y más tarde a Marsella, antiguos feudos conservadores, tradicionales, donde Marine Le Pen ha conseguido resultados muy significativos.

Durante varias décadas, Marsella fue un feudo socialista, antes de pasarse al conservadurismo tradicional. En el gran puerto mediterráneo cohabitan y se enfrentan populismos de izquierda y derecha, amenazando las posiciones tradicionales.

Electores jóvenes
En el norte, el este y la región de Marsella, Macron también aspira a ganar votos entre los electores más jóvenes, votantes de Jean-Luc Mélenchon, extrema izquierda populista, y de Yannick Jadot, candidato ecologista eliminado en la primera vuelta. El mensaje presidencial es muy claro: «He visto a muchos jóvenes que me dicen que han votado a Mélenchon. Voy a intentar convencerlos, con proposiciones sociales y ecologistas».

Marine Le Pen, por su parte, comenzó su campaña de la segunda vuelta visitando un pequeño pueblo, Thorigny-sur-Oreuse, en el departamento del Yonne, en la región de la Bourgogne-Franche-Comté, históricamente agrícola, católica y conservadora. «Vengo a defender a la gente del campo», comenzó diciendo a un agricultor productor de cereales, muy dependiente de las subvenciones nacionales y europeas. La candidata de extrema derecha espera crecer, electoralmente, quedándose con el electorado conservador tradicional (campesino) y el católico, que ha girado a la extrema derecha ultra de su rival Éric Zemmour.

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En la primera vuelta, un 36% de los obreros votaron a Marine Le Pen. Hace más de veinte años que la extrema derecha es el partido mayoritario entre los obreros que en otro tiempo votaron comunista y socialista. El PCF comenzó a hundirse a mediados de los años 80 del siglo pasado. El candidato comunista consiguió el 2,31% de los votos el domingo. Agonía histórica y prolongada.

En la primera vuelta, el 35% de los cuadros y el 28% de los profesionales liberales votaron por Macron. Durante décadas fueron el primer vivero del PS. Hasta la presidencia de François Hollande (2012-2017), cuando se aceleró la decadencia del socialismo francés, hoy caído en un trágico 1,74%.

Ventaja de Macron
El 38% de los jubilados, el 30% de las personas de 60 a 69 años de edad y el 41% de las personas de más de 71 años votaron a Macron en la primera vuelta. Ese electorado votó durante décadas a sucesivos líderes conservadores. El domingo, la candidata conservadora, Valérie Pécresse, solo consiguió el 4,79% de los votos.

Ante la segunda vuelta, Macron inicia la carrera final con cierta ventaja. Pero tiene menos reservas de votos. Le Pen todavía está lejos del Elíseo. Pero tiene más reservas de votos.

Todas las izquierdas han pedido el voto para Macron, contra Le Pen. Pero no será fácil que los obreros más modestos, los funcionarios poco calificados, los agricultores menos favorecidos, voten por el presidente saliente. Esos mismos sectores sociales, y otros, como los católicos tradicionales y los populistas de izquierdas, podrán sentir la tentación de votar por Le Pen, que propone la unión de todos los «pobres y patriotas».


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