Friday, March 29

La injerencia rusa en España para preparar la invasión de Ucrania


La primera noticia falsa de la campaña de injerencias rusa en la crisis de la independencia catalana, en 2014, giraba en torno a Ucrania, y aseguraba que una Cataluña independiente le reconocería a Rusia el derecho de anexionarse partes de aquel país europeo. Cuando llegaron a las instituciones, Pablo Iglesias y el equipo de Podemos, que han sido jaleados por la propaganda rusa a cada paso, afirmaron que Ucrania estaba gobernada por neonazis. Y en otra de las incursiones más sonadas de la maquinaria de desinformación rusa, medios estatales del Kremlin afirmaron, junto a Iglesias y Alberto Garzón, que un destacado futbolista ucraniano que juega en España
es neonazi, por lucir en la camiseta el escudo de

 su país.

Ucrania ha sido una parte central en la estrategia rusa de provocar y agravar crisis en el seno de la Unión Europea y la Alianza Atlántica, empleando su formidable maquinaria de desinformación para ello. Y mucha de esa desinformación se ha hecho en español y con España como objetivo. Ahora que Vladímir Putin ha invadido Ucrania, es patente que esa campaña de noticias falsas estaba allanando el terreno para este momento decisivo para el Kremlin, tratando de asegurarse la afinidad o el silencio de políticos, analistas y ciudadanos de a pie ante la agresión.

Según José Ignacio Torreblanca, director del European Council on Foreign Relations en Madrid, «España es un país favorable a este tipo de campañas de desinformación provenientes de Rusia, porque por un lado existe un todavía acendrado antiamericanismo en una parte importante de la izquierda española, y por otro, la extrema derecha, como pasa en tantos países de la UE, tiene una cierta admiración por el autoritarismo de Putin y su defensa de los valores tradicionales». La estrategia rusa es, según Torreblanca, «no tanto contar mentiras que puedan ser fácilmente desmontadas, sino utilizar esos medios y sus amplificadores en España para influir sobre gente que sigue a estas cuentas para convertirlos en agentes de la propia desinformación rusa. No es solo que esas agencias o medios desinformen, sino que utilizan a la gente que les sigue precisamente para para desinformar».

El caso Zozulia

Un ejemplo de manual, que todavía genera ataques virulentos por parte de las bases de Podemos e Izquierda Unida en redes sociales, es el del jugador ucraniano Román Zozulia, delantero del Fuenlabrada. Zozulia es muy popular en su país, porque está en la selección nacional. Como muchos ucranianos, ha hecho el servicio militar y es crítico con el expansionismo ruso. Desde el mismo instante en que aterrizó en el aeropuerto de Sevilla el 1 de agosto de 2016, fichado por el Real Betis, la propaganda rusa se puso a pleno rendimiento para convertirle en un apestado.

En su llegada a Sevilla, Zozulia llevaba una camiseta en la que lucía estampado un tridente que varios perfiles anónimos en redes sociales compararon inmediatamente con el símbolo de un grupo neonazi ucraniano llamado Pravy Sektor. Lo cierto es que el tridente ha sido el símbolo del escudo de Ucrania —a excepción de los años de dominio soviético— desde el siglo XII, y no es propiedad de una facción ultra. ‘Público’ y otros diarios publicaron falsamente que lo de su camiseta era un símbolo extremista, aunque luego rectificaron.

Zozulia con la camiseta – Kiko Hurtado

A pesar de que Zozulia ha negado tener simpatía por el nazismo, y le han respaldado los equipos que le han fichado y hasta el Gobierno de su país, los medios estatales rusos publicaron notas que se hicieron eco de la supuesta filiación nazi del jugador. El canal estatal Russia Today (RT) llegó a publicar el siguiente titular en 2019: «Alabar a un nazi, cómo la adulación del presidente de Ucrania Zelenski al futbolista Zozulya es un paso atrás en la lucha contra el fascismo». Esa narrativa de que Zozulia es un nazi se puso de nuevo en marcha cuando el Betis trató de cederle al Rayo Vallecano en 2017. Desde varias cuentas anónimas en redes sociales, principalmente en Twitter, se recuperó aquella narrativa sobre su ideología nazi, junto con enlaces a notas de la propaganda rusa en sus canales en español como ‘¿Futbolista o nazi? Delantero ucraniano genera una nueva polémica en España’.

El grupo ultra Bukaneros abortó el traspaso de Zozulia con amenazas a la directiva del Rayo incluidas. Cuando La Liga se querelló contra 17 aficionados del Rayo por coacciones, el actual ministro de Consumo, Alberto Garzón, fue al campo a apoyarles. El líder de Izquierda Unida dijo que «no es normal que haya una persona neonazi» en un equipo como el Rayo. Iglesias dijo lo mismo: «Era un neonazi». Zozulia se querelló contra él por difamación.

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¿Por qué políticos de primera fila como Garzón o Iglesias se tomaron la molestia de convertir a un jugador de la Segunda División en diana de ataques políticos? Según dijo Alina Mosendz, investigadora del mayor portal contra la desinformación, StopFake, la razón es «seguir la narrativa de la propaganda del Kremlin de que Ucrania es un país donde hay muchos nazis, algo que no es cierto. El caso Zozulia surgió desde España pero luego fue apoyado con múltiples falacias por los medios rusos para promover la idea que los ucranianos que apoyan al ejército son todos nazis. Siendo fichado por clubes españoles, un jugador es un representante del país, por eso la desinformación sobre Ucrania puede llegar a aquellos que no tienen mucho interés por los temas políticos».

Podemos y la OTAN

Iglesias no solo fue útil para esta campaña con el caso Zozulia, sino también con otras prioridades de Moscú, como deslegitimar al Gobierno ucraniano tras la revolución de 2014, la del Maidán, que descabalgó del poder a un gobierno prorruso. Aparte de discursos de crítica a la OTAN, cuando se convirtió en eurodiputado dio una entrevista a la agencia estatal rusa RIA Novosti en la que decía haber «visto a dirigentes europeos muy importantes apoyar en Ucrania a neonazis y favorecer un desplazamiento de poder ilegal en Ucrania, que es una forma suave de hablar de un golpe de Estado». Cuando Putin anunció la invasión de Ucrania, dijo que era para purgarla de neonazis en el poder, unas ideas similares a las expresadas por Iglesias.

Tras entrar en el Europarlamento en 2014, Podemos se hizo eco de las principales posturas rusas en materia de política exterior en Europa, aunque cuidándose mucho de no hacer alusión al Kremlin o a Moscú. Un punto crucial para entender la deriva actual del partido de gobierno es la intervención de Iglesias en un debate por la firma del acuerdo UE-Ucrania, que estableció una asociación política entre ambas partes después de que Rusia invadiera ese país por vez primera y se anexionara la península de Crimea. «Al final parece que la URSS va a traerla de vuelta la OTAN», dijo Iglesias en Bruselas. «¿Asumimos que la política exterior europea va a ser un peón en un tablero de ajedrez manejado por EE.UU. o vamos a tener la seriedad suficiente para tener una política exterior europea propia que no ponga en riesgo a los europeos?», dijo.

Desde entonces los medios de propaganda rusos fueron narrando el ascenso de Iglesias, de eurodiputado a diputado en Cortes y después vicepresidente, dándole desde sus primeros pasos políticos un megáfono en sus plataformas digitales, con titulares como los siguientes, siempre en notas críticas con el ‘statu quo’ en la UE y la OTAN: ‘Pablo Iglesias: Rusia, China y la India no mienten a la gente’, ‘Podemos seduce a sectores tanto de derecha como de izquierda’, ‘Pablo Iglesias quiere sacar a España de la OTAN’.

El apoyo al independentismo

Y no es solo Iglesias. Varios y frecuentes fueron los contactos de empresarios e intermediarios del entorno del expresidente catalán Carles Puigdemont en Rusia, según las investigaciones judiciales en España. Más allá de las intenciones de los independentistas, la propaganda rusa se lanzó en 2017 a agravar la crisis, retratando a España como un país fascista y a Cataluña como una víctima, del mismo modo que retrataron a Ucrania y a las provincias prorrusas del este cuya independencia reconoció Putin una semana antes de ordenar la invasión.

Esto explica que la primera noticia de la propaganda rusa sobre la crisis catalana, años antes, en 2014, llevara por título ‘Una Cataluña independiente reconocerá que Crimea es rusa’, en relación a la península ucraniana anexionada por el Kremlin aquel mismo año. La nota, publicada en inglés primero por el medio Sputnik, después traducida al español por otros medios afines como el iraní Hispan TV, salía de un pintoresco congreso armado aquel año en Moscú al que un abogado que ha recibido pagos del Gobierno ruso para estos menesteres invitó a una serie de partidos separatistas y marginales, entre ellos uno catalán.

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Pantalazo de Sputnik
Pantalazo de Sputnik – D. Alandete

Es llamativo que apenas unos días después del referéndum ilegal de independencia catalán, el 19 de octubre de 2017, Putin en persona dijera en un foro ruso que, como en España, en Ucrania había proclamado su independencia una zona separatista, Crimea, y que después esta había decidido asociarse libremente con Rusia. Para Putin era contradictorio que Europa, después de facilitar la desmembración de la Unión Soviética y el nacimiento de países como Ucrania o Bielorrusia, se lamentara ahora del problema del independentismo.

«En el caso de Cataluña, vimos que la UE y otros estados condenan unánimemente a los partidarios de la independencia. Pero no puedo dejar de resaltar que deberían haber pensado en esto mucho antes. ¿Nadie estaba al tanto de estos desacuerdos centenarios dentro de Europa? Lo sabían, claro. Sin embargo, en un momento dieron la bienvenida a la desintegración de varios estados en Europa sin ocultar su alegría», dijo Putin. «No se vio con buenos ojos que Crimea también declarara su independencia, y luego, después del referéndum, su decisión de formar parte de Rusia. Ahora tenemos el caso de Cataluña».

Imagen de la conferencia celebrada en Moscú
Imagen de la conferencia celebrada en Moscú – Movimiento Antiglobalización de Rusia

Según Mira Milosevich, investigadora principal del Real Instituto Elcano, estas estrategias del Kremlin van encaminadas a cuestionar de forma permanente la naturaleza del estado de Ucrania. «Se dice que Ucrania es un estado artificial que nunca ha existido como un estado. Luego que es un estado gobernado por nazis, que su gobierno ha llegado al poder a través de un golpe de Estado, que está dividido internamente».

El falso controlador aéreo

Los tentáculos españoles de esa campaña de desinformación rusa sobre Ucrania son muchos y muy complejos y entre ellos destaca también el de las mentiras sobre el derribo de un avión sobre ese país en 2014. El 14 de julio de aquel año un misil Buk, que momentos antes de su lanzamiento portaba un convoy de la 53 brigada antiaérea de las Fuerzas Armadas rusas en Kursk, en territorio rebelde ucraniano, provocó la caída de un avión Boeing 777 operado por Malaysia Airlines. Fallecieron 298 pasajeros holandeses y australianos.

Inmediatamente los medios de propaganda rusos se lanzaron a tratar de ocultar el origen del misil y circularon decenas de teorías falsas que culpaban a Ucrania del derribo. Una de las que el canal RT amplificó con más ahínco fue la de un supuesto controlador aéreo español con cinco años de experiencia en Kiev que bajo el nombre de pila Carlos y el usuario de Twitter @spainbuca decía haber visto a dos cazas ucranianos escoltar al avión antes de estrellarse.

Los tweets falsos del usuario @spainbuca
Los tweets falsos del usuario @spainbuca

Carlos fue entrevistado en RT en español para repetir esas mentiras, y eso le sirvió al Kremlin para tratar de imponer la versión de que habría sido Ucrania quien había abatido el avión. El propio Putin dijo entonces en una entrevista al cineasta Oliver Stone que «un especialista de origen español» había dado detalles cruciales —aunque falsos, claro— de que Rusia era inocente. La radio pública estadounidense RFE/RL y la organización rumana RISE revelaron en 2018 que el nombre del español es José Carlos Barrios Sánchez, que efectivamente no es controlador y quien dijo a esa radio, sin presentar pruebas, que la cadena rusa RT le había pagado 48.000 dólares por mentir, algo que esta niega.

Preparando en España la batalla por Ucrania

La importancia para Rusia de contar con unos medios capaces de conectar con audiencias internacionales la demuestra otro hecho acontecido en España el 27 de febrero de 2015. Aquella jornada la Policía Nacional detuvo a ocho ciudadanos españoles de entre 20 y 30 años en Asturias, Cataluña, Murcia, Extremadura, Navarra y Madrid por haber combatido con las milicias separatistas prorrusas en Ucrania. La investigación de la Fiscalía, que les acusaba de delitos como la tenencia de armas y explosivos y actos que atentaban contra los intereses de España, la provocó que dos de los detenidos, Rafael Muñoz y Ángel Arribas, publicaran en redes sociales imágenes con las que afirmaban que se habían unido al Batallón Vostok de las milicias de la autodenominada República Popular de Donetsk, reconocida como independiente por Putin la semana pasada, mientras portaban rifles de asalto y otras armas de fabricación rusa.

El primero militaba en Izquierda Unida y el segundo en la sección juvenil del Partido Comunista de los Pueblos de España. En realidad la Fiscalía española llegaba algo tarde, porque RT ya había entrevistado a dos de aquellos ocho españoles en agosto de 2014. Primero, emitió una entrevista en sus informativos titulada ‘Abrir los ojos’ en la que dos personas a las que identificaba como Rafael, de 27 años, y Ángel, de 22, vestidos de militar y ante una bandera republicana española y otra con la hoz y el martillo, revelaban por qué estaban en el Donbass: Luchamos contra el creciente fascismo en Europa, que se puede extender a todo el mundo»

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Su cometido, decían, era «defender a la población» de un Gobierno, el ucraniano, que estaba «masacrando, aniquilando, bombardeando de manera constante». Además denunciaban «la gran manipulación de los medios de comunicación occidentales, que dificulta mucho que fuera de este país [Ucrania] se sepa en realidad lo que ocurre».

La entrevista dejaba fuera cualquier mención a Rusia o a las milicias prorrusas. Posteriormente, la cadena amplió la emisión televisiva con una información en internet titulada ‘RT entrevista a dos jóvenes españoles que se unieron a autodefensas ante creciente fascismo’. Holgaba mencionar a Ucrania en el titular porque prácticamente todas las menciones al «fascismo» y «nazismo» en RT en aquellos meses estaban intrínsecamente ligadas, como ahora, a ese país.

Tras la detención de los ocho españoles, entre los que estaban aquellos dos entrevistados por RT, este portal se lanzó a su defensa por todos los medios posibles, intentando justificar sus acciones a través de varias entrevistas y titulares. En la noticia en que informaba de los arrestos, la cadena rusa ni siquiera citaba el comunicado de la Policía, pero dedicaba un espacio destacado a un tal Agustín Ríos, representante del Comité de Apoyo a la Ucrania Antifascista de Madrid, quien afirmaba, sin más: «Las acusaciones presentadas contra ellos no corresponden con la realidad».

Al día siguiente RT informó detalladamente de una concentración convocada en Madrid por el mencionado Comité y en protesta por «las detenciones ilegales». RIA Novosti entrevistó a uno de los líderes del grupo, Ramiro Gómez, quien declaró que los detenidos trataban de «proteger a los civiles en el este de Ucrania» y que el Gobierno español no solo «no es neutral», si no que, al contrario, «apoya a la parte del conflicto que mata a los civiles». Aunque RT, Sputnik y otros medios rusos hablaran de concentraciones y manifestaciones lo cierto es que el Comité de Apoyo a la Ucrania Antifascista de Madrid, del que existe una página web y poco más, reunió a menos de una decena de personas, una de las cuales leyó un comunicado en un megáfono mientras otras tres sujetaban detrás una bandera de Nueva Rusia, adoptada por las regiones separatistas del este de Ucrania.

No tardó RT en entrevistar a otro de los detenidos, Sergio Becerra, quien le dio a la cadena rusa uno de sus titulares más impactantes: «Uno de los españoles detenidos revela a RT las atrocidades de Kiev en Donbass». Era el resultado de una entrevista telefónica en la que Becerra, tras su arresto, contaba lo siguiente: «He llegado a ver cómo cogían a los milicianos, les cortaban las cabezas y se las enviaban a sus madres. Eso no lo hace ni un Ejército, ni alguien que se supone que es una persona. Portarse bien no se portan, desde luego, así que cuando llegamos a una zona que ya estaba a salvo, la gente se veía muy agradecida de que hubieran liberado ese lugar. Seguramente porque bien no lo estarían pasando. Cualquier persona normal, si ve que están matando, quemando vivas a las personas, torturando a otras personas, con un poco de humanidad, haría lo mismo que he hecho yo».

Si de verdad las vio, Becerra se abstuvo de relatar esas supuestas atrocidades ante el juez. Posteriormente admitiría que lo que sabía de ellas lo había conocido sólo por vídeos que le habían enviado a través de redes sociales y poco más. Finalmente el caso fue desestimado ante la obviedad de que en Ucrania los ocho detenidos habían hecho poco más que sujetar algunas armas y posar para fotos. «Nos pasábamos los días mirando a un lago», dijo uno de ellos en una vista oral.




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