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Eentre el Palacio del Elíseo de París y la isla de Mayotte hay algo más de 8.000 kilómetros de distancia. Este pequeño territorio de ultramar es uno de los lugares donde la candidata de extrema derecha, Marine Le Pen, se alzó el pasado domingo con la victoria en la primera vuelta, con el 42,7% de los votos (subiendo más de 15 puntos respecto a las presidenciales de 2017); seguida por el candidato de extrema izquierda, Jean-Luc Mélenchon, con el 24% (obtuvo 8,4% en la anterior convocatoria); y Emmanuel Macron, que recibió el 16,9% de las papeletas, perdiendo algo más de dos puntos. No es el único departamento francés donde la líder de la Agrupación Nacional (Rassemblement National, RN) ganó, por eso este hecho por sí solo no sería noticioso si no fuera porque Mayotte es una isla situada en el océano Índico, que foma parte del archipiélago de las Comoras, donde el 95% de su población es musulmana.
Alo largo de los últimos años, Le Pen ha exigido al Gobierno de turno medidas muy restrictivas hacia esta comunidad, como la prohibición del velo integral, el cierre de mezquitas, así como el de organizaciones de ideologia islamista. Sus posiciones –y sus declaraciones– hacia el islam la han llevado incluso ante la Justicia, acusada de «incitar al odio racial» contra los musulmanes por declaraciones como esta: «Lo siento, pero para todos esos a los que tanto les gusta recordar la II Guerra Mundial, si se trata de hablar de la Ocupación, se podría comparar. Porque esto es una ocupación del territorio. Cierto, no hay blindados, tampoco soldados, pero es igualmente una ocupación», afirmó en alusión a aquellos que rezaban en la calle. Le Pen fue absuelta al considerar que había ejercido su derecho de libertad de expresión.
Con unos antecedentes como estos, resulta difícil, a priori, entender la contudente victoria de la candidata ultranacionalista en Mayotte, si no se conocen los entresijos de los problemas que acucian a este territorio, como son la inmigración y la inseguridad, dos de los caballos de batalla de Le Pen, y en los que Macron, el candidato más votado en esta isla en la segunda vuelta en 2017 –en la que se enfrentó a la líder del RN–, no ha cumplido las expectativas.
Entre cánticos y flores
Recibida entre cánticos y flores el pasado mes de diciembre durante una visita a la isla, Le Pen reclamó una postura «muy firme» contra la inmigración ilegal, especialmente la procedente de las Comoras, así como calificó como «aterradora» la inseguridad en Mayotte. «Es necesario al mismo tiempo aportar apoyo y afecto, y una política de gran firmeza para dar un futuro a los jóvenes de Mayotte», afirmó la candidata.
Un informe del Instituto Nacional de Estadística y de Estudios Económicos de Francia (INSEE), publicado en 2021, confirmaba la grave situación que atravesaba Mayotte, pues la mitad de la población reconocía sentirse insegura «entre cinco y seis veces más que los habitantes de la Francia continental», mientras que el 18% de los hogares declaraban haber sido víctimas de un robo, «cuatro veces más que en la Francia continental», según el documento.
Otro de los problemas que arrastra desde hace más de dos décadas la isla, situada entre Madagascar y la costa de África Oriental, es el alto nivel de inmigración ilegal. Según el último censo del INSEE de 2017, el 48% de la población de Mayotte era de nacionalidad extranjera, la mayoría ilegal y procedente de las Comoras. Un fenómeno que se ha ido agravando en los últimos años, como confirma la Prefectura de Mayotte en un informe en el que constata que en 2021 fueron deportados 23.000 inmigrantes ilegales, lo que supuso un aumento del 78% respecto al año anterior.
La agudización de la crisis migratoria ha revertido en unos mejores resultados electores para Marine Le Pen, que ya en 2017 fue la candidata más votada en los territorios de ultramar de Francia. A la de ahora puede haber contribuido también que el perfil de sus votantes es mucho más próximo –que el de Macrón– al de la población de la isla:obrera, con un nivel de formación no superior, ingresos bajos y rural.
En 2018, la mitad de la población de Mayotte vivía con menos de 260 euros al mes por unidad de consumo (UC). Un nivel de vida seis veces inferior al de la Francia continental. Con una población que no alcanza los 300.000 habitantes, con una edad media que no supera los 20 años, esta isla es, de hecho, el territorio de ultramar más pobre, pues el 77% de su población vive por debajo del umbral de la pobreza. De esas 200.000 personas (la mayoría extranjeras), 110.000 son menores.
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George is Digismak’s reported cum editor with 13 years of experience in Journalism