Thursday, April 18

La odisea con final de plata de Queralt Castellet



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Feliz en el podio, con alguna lagrimilla asomándole por el ojo,
Queralt Castellet recibía su medalla de plata en Pekín 2022. A la quinta fue la vencida para la española, que llevaba media vida persiguiendo este sueño olímpico. Alegría mayúscula para ella, que consuma su ilusión a los 32 años y aún con recorrido por delante para seguir acumulando éxitos. Una madurez que ha resultado clave para no venirse abajo antes de la competición en China, a la que llegó tras vivir una odisea que habría hundido a cualquiera y que ella ha sabido superar para cazar una plata histórica para España.

Los días previos al viaje a los Juegos fueron problemáticos para la catalana. Yincana que le da incluso más valor a esta medalla que tanto deseaba y que ya luce colgada en su cuello.

Todo se le puso en contra a Castellet, enredada en una maraña de pruebas PCR y burocracia que empinaron su camino hacia la Olimpiada. Todo comenzó a los pocos días de colgarse la plata en los X Games de Aspen, la última prueba antes de emprender el camino a China. Mientras miraba con ilusión hacia Pekín,
a Queralt se le comenzó a torcer todo. Su fisioterapeuta de confianza, con la que más horas comparte a lo largo del año y con la que mantiene una relación de confianza total, sufría un problema personal que le impedía acompañarla en su periplo olímpico. Un mazazo que empezó a minar la alegría de la catalana.

A este imprevisto se le unió la burocracia, que en tiempos de pandemia y estando China de por medio, se complica un poco más de lo normal. Las PCR previas marcadas por la organización se le atragantaron a Castellet y le obligaron a hacer un ejercicio de paciencia y maratón de kilómetros entre Vail, cerca de donde tenía instalado su cuartel general, y Denver, el lugar que, supuestamente, tenía el único centro homologado para realizar alguna de ellas. En uno de estos test, la rider tuvo que lidiar con una tormenta de nieve en la carretera y con el cierre del establecimiento por la mala climatología. Viaje en balde y entrenamiento perdido. Uno más, pues en la semana previa a su llegada a los Juegos apenas pudo subir a la montaña. Todo ese tiempo perdido en la carretera y en las clínicas se subió a su mochila de problemas, cargada ya de entrevistas pendientes tras haberse anunciado que sería la abanderada de España junto a Mirambell y de compromisos comerciales. Había de todo en su agenda menos sesiones de entrenamiento.

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Vuelo perdido por la burocracia

Cumplido, no sin problemas, el protocolo de las PCR, pensaba Queralt que quedaba atrás la pesadilla, pero aún le quedaba lo peor. Para llegar a China, la catalana tenía que volar desde Denver hasta Vancouver, donde le esperaba el avión autorizado por el comité organizador. Fue en el aeropuerto cuando Queralt se dio cuenta de que su ETA -la autorización de viaje que exigen las autoridades fronterizas de Canadá- no cumplía los requisitos. Con solo tres horas para la salida del vuelo, a la catalana le fue imposible tramitar uno nuevo, así que vio cómo el avión se marchaba en sus narices.

Sola, con 60 kilos de peso y sin carrito para cargar con las maletas, la española tenía que emprender el viaje de vuelta y buscar un nuevo billete. Tarea nada sencilla, ya que los vuelos internacionales autorizados para aterrizar en Pekín están contados en tiempos de pandemia y, a pesar de los esfuerzos de la Federación de Deportes de Invierno y el COE, tenía que esperar hasta el lunes y perder dos días de aclimatación en Pekín o alargar su viaje en el tiempo y volar a China vía Europa. Lo que tenían que habr sido unas horas de relax, las primeras en las últimas 48 horas, se convirtieron en una odisea que le hizo cruzar medio mundo. Más estrés que complicaba su sueño olímpico.

Finalmente, tras horas de debate interno, Castellet emprendió viaje a Frankfurt el domingo y de allí a China. Al fin China. Los Juegos. Con tiempo para descansar, aclarar la mente y encarar el reto. Estancia que comenzó con la noticia del positivo de su entrenador, que finalmente no pudo acompañarla en Pekín. Fue el último contratiempo, pero ya no tenía tiempo para lamentos. De hecho, la cuarentena le sirvió de bálsamo para echar alguna sonrisa, la primera en varios días, antes de subirse al fin a la tabla y lanzarse por el ‘pipe’. Su medio natural donde, 16 años después de su debut en Toronto 2006, ha logrado subirse al fin al podio. Odisea con final de plata para ella.

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