Friday, March 29

La ruina de los españoles, el paraíso de Leclerc



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Día de extremos en la Fórmula 1, revelador el Gran Premio de Australia aunque falten 20 domingos para el desenlace. La tendencia señala a Ferrari como gobernador de la temporada, hegemónico sin duda en manos Charles Leclerc, quien se marcó una exhibición en Melbourne. Muy superior en la victoria, con el segundo coche (Checo Pérez) a 20 segundos y la retirada de Verstappen (fallo del motor) y Carlos Sainz, que hizo un trompo y se fue a la arena. Día nefasto para los españoles. Fernando Alonso acabó último, decimoséptimo en una carrera que se torció el sábado en la clasificación.

Fue probablemente el peor fin de semana de Carlos Sainz desde que se ha instalado en la zona noble de la Fórmula 1.

Como si hubiese transitado por una rampa cuesta abajo, el español empezó mandando en los entrenamientos libres, tuvo un desfallecimiento su Ferrari en la clasificación al no arrancar cuando debía y concluyó por las bravas el domingo con un trompo que le arruinó el Gran Premio de Australia. El Ferrari y Sainz en la arena, sin opción a salir del pozo. «¿Me pueden empujar?», pregunta el español en busca de la suerte que no ha tenido. Después de 17 carreras consecutivas sin un borrón, el madrileño se retira desconsolado.

Ese abandono es en realidad un aliciente más para Charles Leclerc, imponente el monegasco a bordo de un Ferrari superior, capaz de todo. El coche rojo no ha dado un problema desde el primer día en los ensayos de Barcelona, tampoco en las tres carreras disputadas y su nivel de superioridad queda claro con este dato: Leclerc hace la vuelta rápida en el último giro de la prueba, con neumáticos duros (los más lentos) y después del desgaste de los kilómetros recorridos.

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Como si fuera Hamilton a bordo del antiguo Mercedes, pregunta Leclerc por la radio si puede intentar la vuelta rápida. Y en el garaje le retiran la idea de la cabeza. «No creemos que nadie te la pueda quitar», le dicen. Aun así Leclerc se da el gustazo de apretar más el ritmo, lanzarse al desafío y sumar un punto más con la vuelta rápida.

Nada inquietó a Leclerc en Melbourne. Ni Verstappen en la salida, ni los coches de seguridad que agruparon el pelotón ni la remontada de Checo Pérez ni, claro, la posición retrasada de Carlos Sainz, quien además salió mal antes de la desazón de su abandono. Nadie inquietó al monegasco porque éste dio un recital al mando del coche más potente de la parrilla, durante la campaña y sobre todo en el circuito de Albert Park, donde no ha tenido rival.

El único que podía asomar la nariz, Verstappen, no dio señales de su fiereza porque el Red Bull era bastante más lento que el Ferrari en todas las circunstancias. En ese viento de espalda que lo empuja al éxito, Leclerc vio cómo Verstappen se retiraba en la vuelta 39 por un parón del motor Honda en el Red Bull. Dos abandonos en tres citas para el campeón del mundo.

La carrera deparó una ligera mejoría de los Mercedes (Russell de nuevo por delante de Hamilton, pese a los intentos de éste de imponer sus galones), progresos en los McLaren (Norris y Ricciardo ya en los puntos) y un fin de semana para olvidar de Alonso.

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Al asturiano se le cruzó el gran premio el sábado al calarse el motor Renault y, a contrapié, ya no remontó el vuelo. Salió décimo con la estrategia diferente (neumáticos duros para aguantar más tiempo en pista), no se benefició del coche de seguridad (llegó demasiado pronto para sus intereses de cambiar a las ruedas amarillas) y acabó engullido en la pelea en la mitad del pelotón con degradación en los neumáticos medios.

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