Friday, April 19

los deportistas toman el fusil


El partido en Valdebebas fue el que siempre había soñado. Levantó los brazos, apretó los puños y, mientras miraba al cielo con cara de incredulidad mostrando al mundo la más feliz de sus sonrisas, Yuriy Vernydub (56 años) celebró uno de los goles más importantes de su carrera. El tanto en el último minuto del encuentro de Champions League ante el Real Madrid provocó, en septiembre de 2021, la victoria más prestigiosa en la historia del FC Sheriff y terminó de encumbrar a un entrenador que solo cinco meses después ya no ocupa el banquillo de este club de la República de Transnistria que compite en la liga de Moldavia. Un adiós que no ha tenido nada que ver

 con goles injustos ni con derrotas inesperadas. Tampoco con malos resultados ni con una decisión injusta del presidente de la entidad.

El preparador dirigió al equipo por última vez ante el Braga portugués el pasado jueves y poco después se despidió de los suyos con un nudo en la garganta antes de afeitarse, hacer el petate y enrolarse en el Ejército. Solo unas horas antes de ese triste adiós, los rusos habían comenzado el ataque a Ucrania. Como miles de compatriotas y numerosos deportistas de élite, Vernydub ha dejado todo atrás para regresar a casa con la misión de defender a su país de la invasión. Un partido vital para ayudar a su gente comenzado desde la conciencia y desconocido para todos ellos, el más importante de sus carreras aunque en esta ocasión no haya títulos ni medallas en juego. Sí el aplauso, el cariño y el orgullo de su gente.

«Que Dios proteja a Yuriy, mi director técnico, que se fue para Ucrania», escribió en sus redes sociales el defensa peruano Gustavo Dulanto tras la marcha de un entrenador que ha dejado al Sheriff clasificado en lo más alto de la liga moldava. Jugador entre 1984 y 2002, la vida de este técnico nacido en la ciudad de Zhytomyr siempre ha sido el fútbol y era feliz, mucho, dirigiendo a su equipo, pero tras la eliminación ante el Braga en la Europa League sintió la llamada de su país. Los primeros bombardeos y las imágenes de los tanques rusos avanzando sobre la tierra en la que creció y aprendió a golpear al balón revolvieron su conciencia. Apareció el dolor en el corazón. «Nací en Ucrania. Si necesitan mi ayuda, siempre estaré ahí», afirmó en la rueda de prensa que ofreció en Portugal, deslizando ya la intención que confirmaba horas después emprendiendo el viaje que jamás llegó a poder imaginarse.

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Vernydub ya no dirige a Dulanto ni al resto de sus muchachos, ahora es él el que recibe órdenes. Es uno más de los deportistas de élite ucranianos que en los últimos días ha cambiado el chándal por el uniforme de camuflaje. Los entrenamientos de todos ellos han dado paso a la instrucción militar. De la Champions a la guerra, un viaje tan inédito como peligroso.

Ajedrecistas y boxeadores

Los deportistas no han dado la espalda a su país, aunque no todos han seguido la misma fórmula para luchar contra el invasor. Muchos siguen compitiendo, negándose a enfrentarse a rivales de Rusia como forma de protesta. Es el caso de Elina Svitolina, eliminada del torneo mexicano de Monterrey al rechazar coincidir en la pista con la rusa Potapova. Otros compatriotas han optado por una vía mucho menos ‘diplomática’ y no han dudado en colgarse el fusil al hombro. El fuego es real, mortal, en Ucrania no hay balas de fogueo.

Georgy Timoshenko está acostumbrado a la estrategia y a ganar cientos de batallas pacíficas, porque es gran maestro de ajedrez, pero su guerra no está ya en los tableros. Entre las bombas y las ráfagas de fusil, las torres y los alfiles son ahora solo un entretenimiento para este ajedrecista de 55 años al que se ha podido ver en las redes sociales vestido con uniforme militar a través de un mensaje publicado por el también ucraniano Pevel Eljanov, número 55 del ranking FIDE. «El maestro Timoshenko ha cogido un arma y se ha ido a defender nuestra capital», desveló.

Mucho más acostumbrados a la dureza de un deporte como el suyo, los boxeadores ucranianos, una de las grandes escuelas a lo largo de las últimas décadas, se han movilizado para defender el país con las armas. Durante años lo han hecho sobre el cuadrilátero, pero ahora se fajan muy lejos de los majestuosos pabellones en los que hasta hace poco celebraban sus veladas. Vasil Lomachenko (34 años) ha sido campeón mundial en las categorías pluma y super pluma de la WBO, además de oro en los Juegos Olímpicos de 2012. Tras la invasión rusa, el boxeador, que sigue en activo, ha dado paso al soldado y su misión, como miembro del Batallón de Defensa Territorial de Belgorod-Dnestrovsky, es la defensa de la localidad al suroeste del país en la que nació.

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Campeones del mundo de los pesos pesados ya retirados e hijos de un militar de alto rango de la extinta UniónSoviética, los hermanos Klitschko (Vitali y Wladimir), dos de las grandes glorias del boxeo ucraniano, también intentan mantener alta la moral de la tropa desprovistos de sus guantes, pero armados con fusiles. Uniformados, sus imágenes se pueden ver en las redes sociales. A ese batallón de deportistas ucranianos que luchan contra el invasor ruso se ha unido también Yaroslav Amosov (28 años), que el pasado año se convirtió en el primer campeón de ese país en bellator 260, una de las especialistas de las artes marciales mixtas.

«Me gustaría ir al frente»

Aunque cada vez se van uniendo más, no todos los deportistas que están fuera del país y a los que les gustaría empuñar un arma para expulsar a las fuerzas rusas pueden dar ese paso. Algunos por presiones familias, otros por respeto a los clubes a los que defienden. «Si pudiera, iría al frente a defender mi territorio», confesó recientemente en Radio Marca el defensa Vasyl Kravets, futbolista del Sporting. Una situación parecida a la de Yaroslav Popovych, director del Trek Segafredo y excorredor en equipos ciclistas como el Astana y el Discovery Channel, que ha reconocido que lleva días pensado en ir a su país y tomar las armas, una opción que sigue pasando por su cabeza.

El que sí ha confirmado que se ha alistado en el Ejército ucraniano, uno de los últimos en hacerlo, ha sido el tenista Sergey Stakhovsky (233 de la ATP), que fue eliminado en la fase previa del pasado Open de Australia.

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Sufriendo el conflicto a miles de kilómetros, Lunin, portero del Real Madrid, ha participado en colectas para recaudar fondos para ayudar a un país al que, como muchos otros deportistas, le toca defender desde la distancia. Sin armas, pero con el mismo empeño y firmeza que sus compatriotas.


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