Thursday, March 28

Los más de 7.000 kilómetros de un matrimonio de Ciudad Real para traer a tres niñas ucranianas


Ciudad Real
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Homo homini lupus (el hombre es un lobo para el hombre). Esta frase atribuida al filósofo inglés Thomas Hobbes en el siglo XVII está siendo muy utilizada hasta la saciedad en los últimos días por razones obvias. La invasión de Ucrania por Rusia ha vuelto a traer a la memoria de todos muchas imágenes que parecían olvidadas en Europa desde la II Guerra Mundial.

«En sólo siete días hemos sido testigos del éxodo de un millón de refugiados de Ucrania a países vecinos», ha informado este jueves el alto comisionado de la ONU para los refugiados (Acnur), Filippo Grandi. Algo impensable si echamos la vista atrás tan sólo una semana. Largas colas de gente a temperaturas bajo cero en las fronteras ucranianas, sobre todo en el límite con Polonia, donde estos días se puede ver en su gran mayoría mujeres, niños y personas mayores.

Entre esos
refugiados se encontraban hasta la madrugada del martes tres hermanas -Liubava, Yesenia y Varya Fil, de 14, 12 y 10 años respectivamente-, que han podido salir de Kiev (la capital ucraniana), donde vivían plácidamente hasta ahora, como cualquier niño de su edad. Aquí es donde entra en escena un matrimonio de Ciudad Real, el formado por María Jesús Márquez y Juan Luis Escobar, que ha dejado por unos días su vida cómoda para emprender un viaje de más de 7.000 kilómetros para traerlas a España.

Un acto de solidaridad, generosidad y de amor por el prójimo que nos reconcilia con el género humano. Todo comenzó a fraguarse hace una semana, justo cuando comenzaron a caer las primeras bombas y se oyeron los primeros disparos sobre suelo ucraniano, unas imágenes que, como todo el mundo, María Jesús y Juan Luis, como todos nosotros, las observaban en su televisión como si de una película de acción se tratara.

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Este matrimonio ciudadrealeño, que hasta antes de la pandemia acogía todos los veranos a una de esas niñas -Yesenia- gracias a la Asociación CREAN (Ciudad Real en Ayuda al Niño), decidió echar lo imprescindible en una mochila y salir el pasado viernes por la noche con su coche para dirigirse hasta Ubla, ciudad de Eslovaquia, otro de los países fronterizos con Ucrania. Ese mismo día, por la mañana, la hermana mayor de Yesenia, Juliana, les escribió un mensaje por Instagram en el que les pedía que, por favor, fueran a por ella, junto con Liubava y Varya Fil, ante la evolución de los acontecimientos.

Juan Luis lleva a hombros a Yesenia, la niña ucraniana que acogían en verano
Juan Luis lleva a hombros a Yesenia, la niña ucraniana que acogían en verano – Juan Luis Escobar

«No lo dudamos y nos pusimos en marcha», asegura Juan Luis, que va en el asiento de copiloto al no tener carné de conducir y María Jesús al volante. Con más de 5.000 kilómetros ya a sus espaldas, esperan llegar a casa este sábado, haciendo parada en Polonia, Alemania y España. Según cuenta a ABC, «las niñas están más tranquilas ahora que cuando salieron de Ucrania. Aunque captan algunos mensajes en español sobre lo que está pasando, intentamos no hablar del tema. Vamos cantando canciones ucranianas y las tenemos entretenidas».

En el camino, la pareja se ha encontrado con muchas muestras de solidaridad, como la suya. Hicieron noche en casa de una pareja polaca amiga de la hermana mayor de las niñas y en Alemania también les han ofrecido cobijo. También les ha ayudado con los trámites y con el itinerario su hija Andrea, de 25 años y afincada en Oviedo, que les iba enviando las ubicaciones.

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Este ciudadrealeño, trabajador social, al igual que su mujer, atendía a este diario desde Alemania, en uno de los largos trayectos que están haciendo por media Europa para regresar hasta Ciudad Real. Allí, a las tres niñas ucranianas, que han dejado en Kiev a sus padres y un hermano, les esperan hogares que distan mucho de la destrucción que sufre su país. El matrimonio acogerá a las dos hermanas pequeñas y la mayor, Liubava, irá con otra familia de acogida a la localidad vecina de Miguelturra.

«Te intentas hacer el fuerte delante de ellas, pero da mucha pena todo lo que está ocurriendo», dice con emoción Juan Luis, que afirma con rotundidad que «esto no es una guerra, es una invasión y hasta que Putin no se salga con la suya no va a parar». Por eso, alerta a las autoridades y anima a todos los ciudadanos para que, dentro de sus posibilidades, echen una mano. «Hay muchos niños y adultos faltos de protección y de cariño. Todos ellos se lo merecen», concluye.

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