Tuesday, March 26

Mariúpol se convierte en la línea roja de las negociaciones entre Ucrania y Rusia


Corresponsal en Moscú
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El Ejército ucraniano seguirá combatiendo en Mariúpol, a pesar de la amenaza de Moscú, que le conminaba a deponer las armas con la promesa de que «se les garantiza que se les respetará la vida» o, por el contrario, serán aniquilados si no se rinden, según indicó el Ministerio de Defensa en un comunicado en la madrugada de ayer. El ultimátum, de siete horas, venció ayer a las 13:00 horas del mediodía (una hora menos en España) y nadie salió a entregarse.

En dicho texto, el departamento castrense subrayaba que a los soldados ucranianos rodeados
en la fábrica metalúrgica de Azovstal de Mariúpol «se les ofreció deponer voluntariamente las armas y rendirse para salvar sus vidas». «Sin embargo, el régimen nacionalista de Kiev, según la interceptación de radio, prohibió las negociaciones para la rendición».

Asimismo, las mismas fuentes precisaron que, según los soldados ucranianos que se habían entregado previamente, «hay hasta 400 mercenarios extranjeros que se unieron a las fuerzas ucranianas atrapadas en Azovstal, incluidos europeos y canadienses». «En caso de mayor resistencia, todos ellos serán eliminados», advertía

Un asesor del alcalde de Mariúpol rechazó el ultimátum ruso. Petro Andriúshenko dijo en Telegram que «a día de hoy, nuestros soldados siguen manteniendo la defensa». El parlamentario por Odesa Oleksiy Goncharenko declaró a la BBC que los soldados en Mariúpol no van a rendirse. «Hablé con ellos ayer -al referirse al sábado- y sé que van a luchar hasta el final».

El último en constatar que ninguno de los actuales defensores de Mariúpol depondrá las armas fue el primer ministro ucraniano, Denís Shmigal. Dijo que los últimos combatientes defensores de Mariúpol aún ocupan sectores de la ciudad y «lucharán hasta el final» frente a las tropas rusas, durante una entrevista emitida ayer domingo por la cadena televisiva estadounidense ABC.

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Afirmó que «la ciudad no ha caído. Nuestras fuerzas militares, nuestros soldados todavía están allí. Seguirán luchando». En sus palabras al canal ABC, Shmigal negó además lo dicho por del presidente ruso, Vladímir Putin, en el sentido de que su país esté ganando la guerra. El jefe del Gobierno ucraniano manifestó que «ni una sola gran ciudad ha caído. Solo Jersón está bajo el control de las fuerzas rusas, pero todas las demás ciudades siguen en poder de Ucrania». Añadió que las tropas ucranianas «continuarán también luchando en la región de Donbass, no tenemos la intención de rendirnos».

Clave para el Kremlin

Moscú aseguró el sábado que había tomado prácticamente el control de todo Mariúpol, pieza clave en la estrategia del Kremlin para conectar el Donbass por tierra con Crimea. No obstante, esta aseveración no ha podido ser verificada de forma independiente. Según el Ministerio de Defensa ruso, sus tropas han conseguido despejar el área urbana de Mariúpol y «sólo un pequeño núcleo de combatientes ucranianos resiste» en las instalaciones de Azovstal.

«La situación es muy difícil» en Mariúpol, manifestó el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, a la publicación Ukrainska Pravda. «Nuestros soldados están rodeados, los heridos están bloqueados. Hay una crisis humanitaria (…) sin embargo, los muchachos se están defendiendo». Según su opinión, para salvar Mariúpol existen dos vías: la llegada de suministros desde los países occidentales de «todas las armas necesarias» para romper el asedio que sufre esta ciudad portuaria a orillas del mar de Azov o «la negociación (…) en la que el papel de los aliados debe ser igualmente decisivo».

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Zelenski ya advirtió en la víspera que «la aniquilación de nuestros militares, de nuestros chicos, en Mariúpol pondría fin a todas las negociaciones».
También avisó que Ucrania no cederá territorios como forma de parar la guerra. «No comerciaremos ni con territorios ni con nuestra gente», manifestó. El ministro de Exteriores ucraniano, Dmitro Kuleba, también considera que lo que suceda en adelante con Mariúpol «puede ser una línea roja» que entierre las negociaciones de paz.

Mariúpol, que tenía casi medio millón de habitantes al comienzo de la guerra, empezó a ser atacada el 25 de febrero, al día siguiente del comienzo de la invasión rusa del país, y fue ya sitiada el 1 de marzo. De manera que los combates allí duran ya más de mes y medio con miles de muertos entre los civiles y una situación humanitaria que ha puesto a parte de la población al borde de la muerte por hambruna. Los heridos se cuentan también por miles. Los corredores humanitarios, muchos de ellos organizados por Moscú para sacar la gente a Rusia, no han logrado una evacuación completa.

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