Tuesday, March 26

«No voy a ser un cobarde y quedarme en España»


Madrid
Actualizado:

Guardar

A Pavlo Kovalyk le ha avisado su mujer. El despertador tenía que sonar a las 6.15 horas, pero ella ha abierto los ojos 25 minutos antes. «No sé por qué. He cogido el móvil, he visto las noticias… y ya eran malas noticias», cuenta, las lágrimas a punto de derramarse,
frente a la embajada rusa en Madrid. Mientras ellos protestaban en la calle de Velázquez en contra de la guerra desatada este jueves por el Kremlin, sus padres, tíos y primos se abastecían de comida, gasolina y medicamentos en Ucrania. La mujer lloraba porque su madre está en la guerra. También porque su marido se va en tres días sin ella.

«Mi madre tiene 70 años y me ha dicho: “Me quedo aquí, voy a ayudar a cualquier soldado, les voy a preparar comida, voy a cavar zanjas si hace falta”», cuenta Pavlo Kovalyk, de 38 años, que este mismo domingo regresará a su país para engrosar las filas de los reservistas ucranianos.

Su mujer no puede disuadirle. «Hace dos semanas me avisó. Me dijo que en esta vida había jurado dos veces; una conmigo», y acaricia la alianza plateada que luce en el dedo anular, «y otra con su país, con su bandera». Kovalyk asiente. El domingo se montará en una furgoneta con menos de una decena de compatriotas, conducirán por turnos y en unas 35 horas cubrirán los cerca de 4.000 kilómetros que ahora los separan de Ucrania. Una vez allí, los reservistas pueden acudir a sus ciudades natales o ser enviados a bases militares.

Also Read  Macron wins re-election as French president over Marine Le Pen

Yuriy Hladchuk, de 36 años, también se subirá a la furgoneta con destino a la escalada bélica. Hace muchos años, Hladchuk y Kovalyk completaron el servicio militar obligatorio de dos años. Hladchuk estuvo destinado en Crimea, la península que Rusia se anexionó de forma ilegal en 2014. A Kovalyk le insistieron en que se alistara en el ejército, era buen tanquista. Pero los dos prefirieron huir de la maltrecha economía ucraniana y probar suerte en España. Lo que iban a ser dos años de «experiencia» se convirtieron en dieciséis, con trabajo, mujer e hijos. Ambos son empleados en un supermercado de Alcampo y ya han avisado a su jefe. «No voy a estar aquí tomando cerveza mientras en mi país están muriendo, están en guerra. Somos hombres», dice Kovalyk. «No voy a ser un cobarde y quedarme aquí, donde lo único que puedo hacer es protestar delante de la embajada», añade Hladchuk.

La mayoría de los ucranianos que se concentraron esta mañana a las puertas del imponente edificio de la Federación Rusa en la capital proceden de Lviv (en español, Leópolis), a 500 kilómetros al oeste de Keiv, y de sus alrededores. «Porque ahí es la verdadera Ucrania, al este están las regiones que son más prorrusas», explica Kovalyk. Su suegra vive a unos 40 kilómetros de la ciudad, junto a una base militar, uno de los objetivos de los bombardeos rusos. «Y no se va a mover de ahí», asegura su hija, que ha hablado por teléfono con ella. «Se ha puesto a guardar los documentos importantes y me ha dicho el escondite, por si acaso», cuenta. Su certificado de boda, papeles de propiedades familiares, pasaportes ucranianos.

Also Read  Events in Extremadura: A fire burns down a nightclub in the Guadiana Urbanization in Badajoz two days after its inauguration

Volver a la tierra natal

El presidente de la Comunidad Ucraniana en España, Yuriy Chopyk, ha sido quien ha solicitado este jueves por la mañana en la Delegación del Gobierno en Madrid el permiso para la manifestación celebrada en la calle de Velázquez. Chopyk cree que habrá más ucranianos que vuelvan a su tierra, que refugiados que escapen a España. Ya ocurrió durante el conflicto por la anexión de Crimea, cuando España acogió «solo» a unos 3.500 ucranianos. «Ahora están en estado de excepción y cada uno elige defenderse. Hay más patriotas que piensan ir a su tierra», afirma Chopyk.

Las noticias en cirílico llegan sin cesar a través de un grupo de Telegram. Es uno de los canales de información más rápidos para los 23.352 ciudadanos ucranianos que residen en la Comunidad de Madrid, de los 112.034 censados en España el año pasado, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE). La preocupación va ‘in crescendo’ a medida que se suceden los mensajes de civiles muertos. «A las 11 de la mañana, un grupo de doce cerca de Kiev; a la una de la tarde, 18 junto a Odessa…», lee Hladchuk. Sus padres, a 20 kilómetros de Lviv, le han contado que escuchan las bombas, que están preparándose y abasteciéndose de «las cosas más importantes». Hladchuk se irá este domingo dejando en Madrid a sus dos hijos de 12 y 7 años. «Lo primero es mi tierra y mis padres. ¿Mi padre se va a morir y yo voy a estar aquí?», espeta.

Ver los
comentarios


www.abc.es

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *