Wednesday, March 27

¿Puede la guerra en Ucrania desencadenar una nueva catástrofe nuclear como la de Chernóbil?


Madrid
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El próximo mes de abril se cumplirán 36 años del desastre nuclear de Chernóbil. Un viejo miedo que la guerra entre Rusia y Ucrania ha reavivado en las últimas semanas, sobre todo después de que las tropas de Vladimir Putin invadieran las instalaciones y quedaran en manos rusas. En ese momento, el Gobierno ucraniano ya advirtió del peligro de la situación, alertando
sobre una nueva catástrofe nuclear. Ayer, el Ejecutivo lanzó nuevos mensajes de alarma, informando sobre el corte del suministro eléctrico y una posible fuga radiactiva si no se arregla el problema «de forma inmediata», pidiendo un alto al fuego.

Poco después, el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) rebajaba la tensión afirmando que
no se trata de un «impacto crítico en la seguridad» de la central

, si bien se mostraba preocupado por las consecuencias que pueda tener el conflicto en los 15 reactores de
5 instalaciones nucleares activas que se desperdigan por todo el territorio ucraniano. Pero, ¿qué peligro real existe para que una catástrofe nuclear se vuelva a desencadenar en Chernóbil? ¿Y para el resto de centrales? ¿Podríamos estar ante un nuevo y peligroso escenario?

Chernóbil: inactiva, pero no abandonada

Aunque ya no es una central eléctrica en funcionamiento, Chernóbil nunca se abandonó por completo. De hecho, incluso después del desastre, que afectó al reactor cuatro, el uno, el dos y el tres siguieron funcionando. No fue hasta el año 2000 cuando el último fue clausurado. Y, en la actualidad, las instalaciones aún requieren de una gestión constante, con alrededor de 2.400 empleados trabajando allí, entre científicos, técnicos, cocineros, médicos y otro personal de apoyo, además de miembros de la guardia nacional.

«Las actividades de rutina, mantenimiento y reparación de sistemas y equipos de las instalaciones de la central nuclear de Chernóbil, que deben ser realizadas por el personal de día, no se realizan desde el 24 de febrero de 2022 debido a la ocupación. Además, no se realizan las actividades a realizar con la participación de las organizaciones contratantes», ha afirmado en un
comunicado
la Inspección Estatal de Regulación Nuclear de Ucrania (SNRIU, por las siglas en inglés), quien asegura que estos operarios llevan sin rotar y durmiendo en las instalaciones desde la toma del ejército ruso.

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El punto crítico, el combustible utilizado para desencadenar los procesos de fisión, hace más de dos décadas que no se encuentra en los reactores, por lo que el calor, que es lo que activaría la reacción, es relativamente bajo. En concreto, se encuentra en piscinas refrigerantes que tienen un sistema de alimentación eléctrica que principalmente está enganchada a la red ucraniana. Con el corte, la energía ahora depende de unos generadores diésel internos que tienen una autonomía de varios días, y que alimentan exactamente de la misma forma al suministro eléctrico. «En otras palabras, el peligro es extremadamente bajo, tan bajo como lo era hace unas semanas o unos meses», explica Luis Enrique Herranz Puebla, del departamento de Energía, Unidad de Seguridad Nuclear, del Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas (Ciemat).

Pero, ¿qué ocurriría en el caso de que ese combustible diésel se agotara? El experto afirma que «se perdería la capacidad de filtración del agua» y, asimismo, «la capacidad de refrigerar ese agua», pero que en tal caso, aún «habría un margen temporal de días, quizás semanas, antes de un incremento significativo de radiactividad en el entorno de la instalación».

«Las pruebas de estrés realizadas tras Fukushima demostraron en 2012 que ante la pérdida de refrigeración, la piscina no sobrepasaría los 70 ºC. El combustible está diseñado para funcionar a más de 300ºC, así que no se vería afectada su integridad», explicó a través de su cuenta de Twitter el divulgador Alfredo García, operador de reactor y supervisor, quien afirmó que aún así la pérdida por evaporación se podría compensar con otros medios, como con la asistencia de camiones de bomberos.

Si, en el peor de los casos, se diera este escenario, las consecuencias no serían ni mucho menos iguales a las de 1986: después de dos décadas sin actividad, los isótopos radioactivos más peligrosos, como el I-131 (yodo), han desaparecido en su práctica totalidad, mientras que otros isótopos, como el Cs-137 (cesio), han reducido su incidencia de forma muy significativa. «En resumen, las posibles emisiones de agentes radiológicamente peligrosos serán drásticamente menores que en el caso de combustibles recién extraídos de los reactores».

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A la pregunta de si esas hipotéticas emisiones amenazarían nuestro país, los expertos coinciden: la probabilidad de que lleguen a España cantidades peligrosas para medio ambiente o salud del público «es extremadamente baja». «Por supuesto, lo ideal sería recobrar el suministro eléctrico externo a través de las líneas que externas que llegan a las instalaciones, pero en las circunstancias actuales de Ucrania, quizás sea más sencillo la alimentación de los generadores diésel», incide Herranz Puebla.

¿Un Chernóbil en otra central nuclear?

Si bien el riesgo en Chernóbil es relativamente bajo, las miradas ahora se posan en las otras cinco centrales nucleares activas del país. De hecho, en la más grande de todas, Zaporizhzhya -que cuenta con seis reactores- se registró la semana pasada un incendio en uno de los edificios colindantes de las instalaciones como consecuencia del impacto de un misil. «El incendio, sofocado por el personal de las instalaciones, no ha afectado a su funcionamiento. Tampoco se han observado variaciones en los niveles de radiación», afirmó el Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) en un
comunicado
.

«Según la información facilitada por la SNRIU, la operación de la unidad 1 de la central se encuentra interrumpida y las unidades 2 y 3 han sido desconectadas de la red y se está realizando la refrigeración de estas instalaciones nucleares. La unidad 4 sigue operando con una potencia de 690 MW, algo más del 60% de su capacidad, para garantizar una fuente de energía eléctrica segura a todos los sistemas de seguridad del emplazamiento. Las unidades 5 y 6 están paradas y en proceso de enfriamiento. La refrigeración del combustible nuclear en las unidades de energía de la central nuclear de Zaporizhzhya está garantizado por los sistemas de suministro eléctrico previsto en el diseño de las mismas de acuerdo con los requisitos de los procedimientos para una operación segura», se informó en ese momento.

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Sin embargo, el riesgo a otro Chernóbil en una de estas plantas creció entre la población mundial. ¿Podría producirse un evento similar? «Desde el punto de vista de la seguridad, los reactores de la central tienen características muy similares a los occidentales y muy diferentes a los reactores de agua en ebullición moderados por grafito (RBMK) de Chernóbil», afirman desde el CSN. Herranz Puebla concuerda: «De aquella tragedia se aprendieron muchas cosas y la consecuencia directa fue el incremento de la seguridad en todas las centrales nucleares del mundo, aunque Chernóbil estuviera muy asociado a la utilización de una central nuclear de diseño defectuoso en la realización de un experimento ‘fuera de diseño’ y sin observación alguna de los protocolos establecidos, incluso para ese tipo de centrales. El diseño de las centrales nucleares ucranianas en la actualidad es radicalmente diferente al de Chernóbil».

Por fortuna, en más de tres décadas, y a pesar de las consecuencias que aún hoy son palpables, la sociedad está más preparada para que no se vuelva a repetir un evento como el de Chernóbil. Se han llevado a cabo diferentes experimentos para conocer el límite y los posibles percances en estas instalaciones. «Por dar un ejemplo ilustrativo, experimentos realizados en el desierto norte-americano, demostró que la colisión de un avión de tamaño medio contra un recinto de contención a velocidades de unos 700 km/h produciría efectos despreciables en la integridad del recinto de contención». De momento, parece que la amenaza de una catástrofe nuclear en una de estas centrales es mucho más improbable comparada con la barbarie humana de la guerra.

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