Friday, April 19

¿Pueden hacerse la guerra dos países musulmanes durante el ayuno?



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Este fin de semana comienza en todo el mundo musulmán el Ramadán, el mes de ayuno que conmemora la primera revelación del profeta Mahoma y constituye uno de los ‘cinco pilares’ del islam. Con ese argumento, la coalición militar que lidera Arabia Saudí y combate en Yemen a los rebeldes hutíes (de la secta chií, rival de la mayoritaria suní del islam) ha anunciado esta semana una tregua en la guerra durante todo ese periodo. Riad se acoge al argumento religioso para animar asimismo a los hutíes a sumarse a las conversaciones de paz que impulsa en la capital saudí. Los rebeldes yemeníes, que controlan la capital, Saná, y zonas del norte y oeste del país, se han negado a sumarse a la tregua y a las negociaciones en Riad.

Después de varios años de guerra, que han provocado según la ONU la peor catástrofe humanitaria del mundo, Arabia Saudí se acoge a la condición común de ‘musulmanes’ para instar a los hutíes a que admitan una tregua durante el ‘mes santo’. La guerra entre países musulmanes es, en términos doctrinales, una ocasión de escándalo para los creyentes, aunque la realidad haya transcurrido históricamente por otros caminos.

Los hutíes -apoyados por Irán, principal potencia chií mundial- tienen sus argumentos para rebatir el alto el fuego durante el Ramadán. Su portavoz, Mohamed al Bukaiti, ha escrito en su cuenta de Twitter que Arabia Saudí decreta la tregua en las operaciones militares en Yemen, pero no el levantamiento del bloqueo de la capital y de otras zonas muy pobladas que controlan los rebeldes. “Si el bloqueo no es retirado, la declaración de la coalición agresora sobre la suspensión de sus operaciones militares no tendrá significado, dado que el sufrimiento de los yemeníes como resultado del bloqueo es mayor que el causado por la guerra en sí misma, lo que implica la continuación de nuestras operaciones militares para romper el bloqueo”, ha explicado Al Bukaiti.

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Sin levantamiento del bloqueo, no habrá tregua en la guerra entre musulmanes, que la Sharía, la ley islámica, y el Corán prohíben. Solo es lícita la ‘guerra santa’ contra los infieles, a menos que se declare a los rebeldes del Yemen como nación incrédula y atea, ‘kafir’ en árabe. Ese fue el caso de la guerra nada santa entre Irán e Irak de la década de los 80 que causó un millón de muertos: cada bando declaró al otro ‘kafir’, convirtiéndose en paladín de la causa islámica. La posibilidad de declarar la jihad, la guerra santa, es un principio del Corán, a diferencia de las llamadas ‘guerras justas’ del Medievo cristiano, que no tienen fundamento evangélico, y son distintas de las guerras de defensa como la que lleva a cabo Ucrania.

La prohibición de hacer la guerra a otra comunidad musulmana, fuera o dentro del Ramadán, no se aplica en la doctrina jurídica islámica a las naciones no mahometanas, ateas o más cercanas como los cristianos o los judíos, la Gente del Libro. Al contrario, el mes de ayuno musulmán suele ser un periodo propicio para intensificar lo que los islamistas consideren ‘guerra santa’. Ese puede ser el motivo de la intensificación de los ataques terroristas palestinos en Cisjordania contra civiles y policías israelíes, que pueden agravarse durante el próximo mes.

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