Friday, April 19

‘Putinskaya’, las claves del poder en Rusia: Kremlin, oligarcas y mafia


‘Putinskaya’. Con este término definió no hace mucho tiempo un ciudadano ruso el sistema de control del poder que ejerce sobre su país
Vladímir Putin. Lo hizo, además, en el marco de un procedimiento penal abierto en España en 2016, contra él entre otros, y solo el nombre, que evoca al de mafias rusas tan potentes como Tambovskaya o Izmailovskaya, por citar un par de ellas que han sido investigadas en nuestro país, ya resulta inquietante.

Esta ‘Putinskaya’, que desde hace casi veinte días ha adquirido un dramático protagonismo con la invasión de Ucrania define, en realidad, el triángulo formado por tres elementos separados -el Kremlin, los oligarcas y el crimen organizado ruso-, puestos al servicio de una idea que obsesiona a Vladímir Putin desde su llegada al poder: la refundación de la ‘Gran Rusia’. No se trata, claro, de una organización mafiosa -al menos no en la forma en que este término se entiende tradicionalmente-, sino de una manera de manejar el poder en ese país.

Petrov, Perov, Sechin y Fridman, algunos de los oligarcas más poderosos de Rusia

El 1 de junio de 2006, el exespía ruso Alexander Litvinenko desveló a un funcionario español muchas claves del sistema de poder en Rusia. Fue durante una conversación en un salón de un hotel de Londres y Litvinenko, envenenado solo unos meses después con polonio, dio cuenta de una reunión celebrada a finales de los 90 entre Boris Yeltsin, su hija Tatiana y el poderoso empresario Boris Berezovski, por una parte, y Putin, un alto cargo del servicio secreto y dos oligarcas próximos a él, por otra. En esos momentos ya se adivinaba la caída del entonces presidente y comenzaba a ser inevitable el ascenso al poder de los hombres del FSB, los servicios de inteligencia, que entonces ya comandaba el actual presidente ruso. Sin embargo, había que vencer las reticencias de Yeltsin a dejar su cargo y para eso lo mejor era lograr un acuerdo beneficioso para todos.

‘Bendición’ del Patriarca

Vladimir Putin con el oligarca Oleg Deripaska, que fue investigado en España por blanqueo
Vladimir Putin con el oligarca Oleg Deripaska, que fue investigado en España por blanqueo – Reuters

Durante ese ‘cónclave’ Putin expuso que tanto el FSB como los ‘ministerios de fuerza’ (Interior, Defensa y servicios de Inteligencia) se comprometían a respetar el patrimonio de la familia Yeltsin y a no «levantar las alfombras», si este abandonaba el poder sin oponer resistencia. Los Yeltsin no tardaron en acceder a la petición, ya que a esas alturas -y antes en buena medida también- estaban más interesados en el dinero que en cualquier otra aspiración, incluido el futuro de su país. Para que no faltara detalle, Alexis II, el Patriarca de Moscú, fue quien avaló el pacto y podría recordarse que el actual, Kiril, ha calificado de justa la guerra de Ucrania porque es contra el lobby gay.

Meses después, en otra entrevista con nuestros agentes, un coronel del FSB ratificaría punto por punto la versión de Litvinenko. Además, éste había expuesto su teoría de que las autoridades rusas, en particular los servicios secretos, utilizaban para sus intereses políticos y económicos a organizaciones criminales, dándose el caso en San Petersburgo de haber creado alguna.

El exespía Litvinenko días antes de morir en el hospital
El exespía Litvinenko días antes de morir en el hospital – ABC

Precisamente esa ciudad, en la que nació, fue clave en el devenir del actual presidente ruso y los equilibrios de poder que aún mantiene. Allí trabajó para los servicios de inteligencia durante años y más tarde entró en política como concejal en el ayuntamiento. La privatización de los bienes del Partido Comunista, puesta en marcha tras la desintegración de la Unión Soviética, fue una oportunidad perfecta para los jefes del crimen organizado y en ese proceso, por ejemplo, se entregó el control del puerto de la ciudad a gente de confianza, como Ilias Traber, Gennadis Petrov o Alexander Malyshev, todos ellos investigados al cabo de los años en España en procedimientos contra la mafia rusa. La diputada Galina Starovoitova, convencida de que tras esa privatización se escondía un clamoroso caso de corrupción, encabezó en 1998 una campaña de denuncia contra el Gobierno ruso y su conexión con las tramas criminales. Fue asesinada a tiros, cuando Putin ya dirigía el FSB.

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En 2007 Mijail Monastyrski, Misha, ‘autoridad’ del mundo criminal ruso, relató a policías españoles que el actual mandatario no era ajeno a aquella muerte, aunque sin aportar más pruebas que su testimonio, relevante en cualquier caso por su posición en el escalafón de la mafia. Y en otro momento añadió, categórico: «Rusia está en manos de los hombres del FSB de San Petersburgo (del grupo liderado por Putin, por tanto) que a su vez se nutre de miembros de las tramas de delincuencia organizada».

En manos de San Petersburgo

En mayo de 2007, una persona de altísimo nivel en la Izmailovskaya, llamada Jalol Haidarov, también aportó a España muchos detalles sobre la íntima relación que, según afirmaba, había entre el crimen organizado y el Estado. El testimonio era clave porque había servido antes para condenar en Alemania al jefe de seguridad de esta organización. El motivo para colaborar era palmario: la trama criminal había asesinado a su madre cuando intentó hacer negocios por su cuenta.

Hace ya más de diez años, un hombre de los servicios de Información españoles hacía un análisis sobre la forma de ejercer el poder del actual presidente especialmente lúcido: «La desintegración de la Unión Soviética -explicaba- dio paso a Rusia, que al ser en sus primeros años un Estado fallido proporcionó oportunidades a las mafias de ocupar las principales empresas estatales, singularmente las de energía. Cuando Putin llegó al Gobierno su obsesión fue reconstruir la ‘Gran Rusia’, recuperar el poder y la influencia en la escena internacional. Primero chocó y se impuso a los países de la extinta Comunidad de Estados Independientes. Lo hizo de forma silenciosa, conquistándolos a través del sector energético.
Luego continuó con su expansión a través de los principales mercados, que eran Europa, China y Japón».

«Desde el primer momento -continuaba este experto- Putin se dio cuenta de que las empresas energéticas eran la clave para la expansión rusa. Por eso decidió controlarlas, permitiendo la permanencia de los oligarcas al frente de las compañías pero dejándoles muy claro que tenían que servir a los intereses del Estado»; a los suyos particularmente, porque el presidente ruso no es hombre que haga distinciones entre unos y otros. «Su mensaje -continuaba este agente de los servicios de Información- fue transparente: ellos podían ganar todo el dinero que quisieran y el Gobierno incluso les beneficiaría, pero siempre que siguieran las directrices. En caso contrario lo pasarían mal».

Estrategia

Putin eligió el gas, el petróleo y el aluminio como ejes estratégicos. «El primer sector lo controló a través de Gazprom, por donde ha pasado gente como el ex primer ministro Viktor Chernomyrdin, el expresidente del país Dmitri Medvedev o el vor (capo) Botyr Rakhimov. Para el petróleo eligió a personas como Roman Abramovich, expresidente del Chelsea, y no le tembló el pulso a la hora de destruir a otras que se enfrentaron con él como Mijail Jodorkovski, presidente de Yukos, detenido en noviembre de 2003 en el aeropuerto de Novorsibisk y condenado a nueve años de cárcel que cumplió en una prisión de Siberia. El aluminio lo dejó en manos de Oleg Deripaska y Michael Tcherney», el primero imputado en su día en España por blanqueo de dinero.

Hoy algunos de esos nombres de oligarcas rusos han salido ya en los medios de comunicación como objetivo de las sanciones económicas, de una dureza sin precedentes, impuestas por Estados Unidos y la Unión Europea, además de por otros países occidentales, en especial el Reino Unido. Cabría preguntarse, claro, por qué se actúa contra los empresarios si lo que se quiere es presionar al Kremlin. En los párrafos anteriores está, en buena medida, la respuesta: porque unieron su destino al de Vladímir Putin y si se puede romper esa alianza sin duda el presidente ruso sería mucho más vulnerable.

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Por supuesto, ese pacto estratégico de las primeras horas es la razón por la cual ninguno de ellos ha salido de forma abierta en contra de la decisión de Putin de invadir Ucrania, aunque los intereses económicos de los oligarcas, por no hablar de su imagen pública, hayan quedado seriamente dañados. ¿Cómo iban a morder la mano que si bien no les daba directamente de comer sí les permitía actuar a sus anchas, sin ningún tipo de cortapisas?

Es verdad que
Oleg Deripaska, que como se ha dicho estuvo en el foco de la Fiscalía Anticorrupción y contra el Crimen Organizado durante años por el caso Vera Metalúrgica de blanqueo de dinero, se ha atrevido a cuestionar la guerra en dos mensajes en sus redes sociales, pero sin criticar al presidente ruso. También lo ha hecho el fundador del conglomerado financiero ruso Alfa Group, Mikhail Fridman, muy cercano a Putin y con intereses en España a través de la cadena de supermercados DIA. Por cierto, a este oligarca lo investiga la Audiencia Nacional por la quiebra de la empresa española Zed WorldWide.

Los analistas consultados por ABC dan asimismo una importancia capital en las claves de poder de Rusia al crimen organizado, que como ya se ha señalado fue el que tras la desintegración de la Unión Soviética se hizo con el control de las empresas de energía y materias primas. Es por ello que no resulta extraño que
al frente de algunas de las principales compañías de estos sectores haya personas que estuvieron relacionadas con esas mafias, e incluso fueron investigadas por ello por las propias autoridades judiciales rusas, Y aun así siguen en sus puestos, gozando del reconocimiento y el favor de la ‘Putinskaya’.

Lukoil en Barcelona

Paradigmático es el caso de la petrolera Lukoil, que desde 2012 tiene unas importantes instalaciones en el puerto de Barcelona sin que las alarmas saltaran en la opinión pública a pesar de que la operación, y su peligro potencial, fuera denunciado en su día por ABC. El director de la compañía, Vaguit Alekperov, que viajó a la Ciudad Condal para la inauguración, estuvo en su día señalado en documentos del propio Ministerio del Interior ruso como un jefe relevante del crimen organizado de ese país «dedicado al tráfico de armas y estupefacientes». Por tanto, de ser considerado jefe de una organización de este tipo pasó a ser hombre próximo al poder. En la clasificación de las personas más ricas del mundo realizada por la Revista Forbes, se sitúa a este hombre en el número 54 con una fortuna de 4.300 millones de dólares.

En vanguardia

Nuestra nación fue la única de Europa que plantó cara sin complejos al crimen organizado ruso, a sus intentos de penetrar en las estructuras financieras españolas, y así lo reconoció el propio Alexander Litvinenko: «He colaborado con España -dijo poco antes de que lo asesinaran- porque es el único país que está en condiciones de luchar contra esta gente. Tiene los hombres y la determinación necesaria para hacerlo»… Lo dijo en el verano de 2006, pero últimamente esa determinación es menor, como lo prueba el hecho de que a pesar de tener a algunos de los mejores expertos en esta materia y una información de inteligencia de primer nivel las investigaciones parecen paralizadas, en medio de una desidia llamativa, más aún en una situación como la actual en la que esos procedimientos serían decisivos para actuar contra los oligarcas, como ha decidido la Unión Europea.

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El mafioso Gennadis Petrov tenía hilo directo con el Kremlin
El mafioso Gennadis Petrov tenía hilo directo con el Kremlin – EFE

Los procedimientos judiciales abiertos en España contra las mafias rusas han demostrado que esas relaciones directas entre el poder político y el crimen organizado ruso no son meros análisis de los servicios de Inteligencia, nuestros y de varios países, sino que se constatan por el trabajo policial. Significativo es el caso del ya mencionado Gennadis Petrov y su hijo Anton, sobre los que pesa una orden de detención internacional dictada por la Audiencia Nacional en el marco de la operación Troika. El padre estaba considerado en su momento alguien próximo a Putin; ahora su posición de privilegio la ha heredado su vástago, según las fuentes consultadas por ABC, en parte porque el primero fue detenido y estuvo encarcelado tiempo en nuestro país.

En una de las escuchas realizadas en el ámbito de esa operación, en concreto en la mañana del 1 de enero de 2008, ambos mantienen una conversación en la que Gennadis cuenta a su hijo que ha ido a visitar a su casa de Moscú a ‘Tolik’, el apodo con el que se referían al entonces ministro de Defensa Anatoli Serdiukov, primer civil en dirigir el mastodóntico ejército ruso. Según las pesquisas, tenían un gran trato entre manos: la compra de tanques por parte del ’empresario’, posiblemente para revenderlos.

Una mansión

Cuando fue detenido en junio de 2008 acusado de pertenencia a organización criminal y blanqueo vivía en una mansión valorada por entonces en siete millones de euros situada en la urbanización más lujosa de Mallorca. Aprovechó un sorprendente permiso judicial para poder viajar a su país y ya no regresar jamás. Por supuesto, como en otros muchos casos investigados en España, las autoridades judiciales rusas no colaboraron con las españolas para que rindiera aquí cuentas de sus actos.

También miembro de la Tambovskaya, según las investigaciones policiales, es Ilias Traber, investigado en nuestro país y al que se considera cercano al presidente ruso.
Un fiscal Anticorrupción denunció en 2018, en el juicio por el caso Troika, que dos años antes este individuo no solo le había amenazado de muerte a él, sino también a su familia.

Los nombres de los empresarios rusos, o afincados allí, próximos a las esferas de poder investigados en España, o que han salido citados en los procedimientos, se acumulan. Entre los primeros está Iskander Majmudov, principal accionista de la empresa de cobre UGMC y de más de 300 empresas en ese país; o Alisher Usmanov, dueño del Arsenal, de grandes empresas de acero y del consorcio de medios rusos que ha puesto al servicio de Putin. Entre los segundos destaca Igor Sechin, aludido por un investigado en el caso Aguas de Mijas, director ejecutivo de la petrolera Rosneft al que el ya citado Mijail Monastyrski situó como el enlace entre la administración con las mafias.

Son solo algunos ejemplos del esquema Kremlin-oligarcas-crimen organizado que domina el poder en Rusia, de eso que alguien bautizó, de forma gráfica, como ‘Putinskaya’.


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