Wednesday, April 17

Rusia ve innegociable el Donbass y exige que Kiev se pliegue a su demanda


Corresponsal en Nueva York
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La reunión del martes en Estambul de las delegaciones rusa y ucraniana para tratar de encontrar una salida al actual conflicto se saldó con avances muy leves. Los representantes de Kiev presentaron a sus colegas rusos el borrador de un posible acuerdo para poner fin a las hostilidades y anunciaron que hubo acuerdo en que, a cambio de renunciar a la adhesión a la OTAN, Ucrania recibiría garantías de seguridad de varios países, entre ellos Estados Unidos, Reino Unido, Alemania, Turquía e Israel. Propusieron además fórmulas, una de ellas con una extensión de la negociación de hasta 15 años, para posibilitar que Donbass y Crimea volviesen a formar parte de Ucrania.

Sin embargo, el jefe de la delegación rusa y asesor del Kremlin, Vladímir Medinski, echó este miércoles un verdadero jarro de agua fría sobre los deseos de Kiev de solventar la actual situación de forma aceptable y rápida.

Medinski advirtió en una comparecencia televisada ante los medios de comunicación que «la postura de Rusia en relación con Crimea y Donbass no ha cambiado». Dicho de otra forma, Moscú sigue considerando a Crimea parte constitutiva de la Federación Rusa y a las dos autoproclamadas repúblicas de Donbass, Donetsk y Lugansk, estados independientes. Es más, Rusia no piensa ni sentarse a hablar con nadie de su «derecho soberano» sobre Crimea y, en cuanto a Donetsk y Lugansk, sigue defendiendo oficialmente que sus respectivos territorios no son lo que marcan los acuerdos de Minsk dentro del contorno de la llamada «línea de contacto», sino las dos provincias al completo tal y como figuran en la demarcación vigente desde la época soviética. De ahí los combates que actualmente libran las fuerzas separatistas de Donbass contra el Ejército ucraniano en su afán de hacerse con más territorio.

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Pero es que Medinski encima incidió en que «Kiev, por primera vez, ha mostrado por escrito voluntad de cumplir las demandas fundamentales de Moscú para construir relaciones normales y, espero, de buena vecindad con Rusia en el futuro». Y es que en Estambul ya se especificó que las «garantías de seguridad» que recibirá Ucrania no se extenderán a Crimea y Donbass. Kiev incluso se comprometió a que nunca intentará recuperar por la fuerza tales territorios.

Así que Medinski vendió el resultado de las negociaciones en Estambul como un «éxito» para Rusia. Según sus palabras, «Ucrania esencialmente aceptó las demandas fundamentales de no unirse a la OTAN, renunciar a las armas nucleares y otras armas de exterminación masiva y negarse a desplegar bases militares extranjeras en su territorio. Se compromete también a no realizar maniobras militares con fuerzas extranjeras sin el consentimiento de los países garantes, uno de los cuales es Rusia». De esta última exigencia y de la inclusión de Rusia en el grupo de países que deberán garantizar la seguridad de Ucrania nadie dijo nada a la prensa en Estambul.

«Si se cumplen estas condiciones, quedará eliminada la amenaza de crear una cabeza de puente de la OTAN en territorio ucraniano», dijo Medinski

Finalmente, el jefe de la delegación rusa aseguró que «si se cumplen estas condiciones, quedará eliminada la amenaza de crear una cabeza de puente de la OTAN en territorio ucraniano». «Esto es en esencia el significado y la importancia del documento acordado preliminarmente con Ucrania a un nivel lo suficientemente alto (…). El trabajo continúa», añadió Medinski, en relación con las reuniones de negociación previstas en adelante.

Ultraconservador

Se da la circunstancia de que Medinski, de 51 años de edad, nació en la ciudad de Smelá, en la región de Cherkasy, en la parte central de Ucrania, en el seno de una familia rusa. Su padre era militar y estuvo allí destinado. Pero se trasladaron a Moscú a principios de los años 80. Tras finalizar la escuela, Medinski ingresó en el Instituto Estatal de Relaciones Exteriores de Moscú (MGIMO), cuyos estudios finalizó en 1992. Ingresó más tarde en Rusia Unida, el partido del presidente Vladímir Putin, y en 2003 se convirtió en diputado. Fue nombrado ministro de Cultura en mayo de 2012, cargo que ocupó hasta enero de 2020. Desde entonces es asesor de Putin y ahora jefe de la delegación negociadora rusa en las conversaciones con Ucrania.

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La oposición rusa le considera un político «ultraconservador» muy en la línea de Putin. Tiene varios libros escritos sobre la historia de Rusia y una novela ‘Stená’ (‘El Muro’), publicada en 2012, que se ha llevado incluso al teatro. En 2015, Medinski calificó a Putin de «genio absoluto de la política real contemporánea». Una de los pronunciamientos más criticados de Medinski fue cuando, en 2019, defendió el polémico pacto Mólotov-Ribbentrop, entre la URSS y la Alemania nazi, como «un triunfo de la diplomacia de Iósif Stalin». También ha salido en apoyo de figuras como el zar Iván el Terrible.

Censor cultural

Estando al frente del Ministerio de Cultura, Medinski fue el artífice de la prohibición del filme ‘El niño 44’, protagonizada por el británico Tom Hardy y ambientada en la URSS de Stalin, por «tergiversar los hechos históricos». Otra película que no pudo proyectarse en los cines rusos fue ‘La muerte de Stalin’ del director escocés Armando Iannucci. Medinski la consideró un «escarnio» y «un ejemplo claro de la guerra ideológica contra Rusia» de Occidente.

De manera que, tal y como piensan muchos analistas, la función de Medinski no es otra que la de dar una imagen de supuesto interés en hallar un acuerdo para poner fin a la guerra en Ucrania, cuando, a juzgar por los hechos sobre el terreno, no parece existir el menor interés en otra cosa que no sea ultimar la ocupación de todo Donbass, incluyendo la ciudad mártir de Mariúpol, y, tal vez, mantener bajo el control de las tropas rusas la provincia de Jersón y la franja que une Donetsk con Crimea a través de Berdiansk.

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El portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, estimó este miércoles en relación con el actual estado de las conversaciones con Ucrania que «por el momento, no podemos informar de nada muy prometedor o de un avance. Hay mucho trabajo por hacer». Señaló también que «evitamos de forma cuidadosa hacer declaraciones públicas sobre el fondo» de los asuntos tratados en las conversaciones, ya que, subrayó, «creemos que las negociaciones deben llevarse a cabo con discreción». No obstante, Peskov dijo que «es positivo que la parte ucraniana haya finalmente comenzado a formular de manera concreta sus propuestas y a ponerlas por escrito».

El martes en Estambul, el viceministro de Defensa ruso, Alexánder Fomín, habló de «reducir drásticamente» las operaciones militares en el entorno de Kiev y Chernígov a fin de «aumentar la confianza mutua y crear las condiciones necesarias para nuevas negociaciones con el objetivo final de firmar un acuerdo» con Ucrania. Sin embargo, las autoridades ucranianas han denunciado bombardeos contra Chernígov y no observan un repliegue real del Ejército ruso. El ayudante de la Presidencia ucraniana, Oleksiy Arestóvich, aseguró ayer que «la guerra continúa». Acusó a las fuerzas rusas de colocar minas en su retirada de algunas zonas.

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