Friday, April 19

Scholz también se niega a hacerse una PCR en el Kremlin antes de verse con Putin


Berlín
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El canciller alemán Olaf Scholz, en visita oficial hoy en Moscú, se sienta en la misma
mesa de seis metros de longitud y en el mismo otro extremo frente a Putin que el francés Macron hace unos días, porque también se ha negado a dejarse hacer una PCR en el Kremlin. Resulta ya evidente que los jefes de gobierno europeos son reticentes a dejar una muestra de su ADN en manos rusas y Scholz ha ofrecido, a cambio, cumplir con la prueba PCR requerida para acceder a la sede del gobierno ruso en el mismo avión en el que ha aterrizado en Moscú. El test ha sido realizado por un médico de la Embajada de Alemania en Rusia y con un dispositivo de prueba llevado desde Alemania, por lo que desde el aterrizaje hasta que el canciller alemán ha salido de la aeronave han transcurrido unos largos cuarenta minutos.

La diplomacia alemana, eso sí, ha invitado a las autoridades sanitarias rusas a estar presentes durante la prueba para verificar que se realizaba correctamente. Después de este desconfiado protocolo sanitario, Scholz ha sido recibido por Putin y se sienta ya a la fría mesa de mármol blanco. El portavoz del Kremlin, Dmitry Peskov, ha garantizado que el rechazo de la prueba rusa no tendrá ningún impacto en las conversaciones entre los dos jefes de gobierno, más allá de la distancia a la que se sientan, mayor de lo habitual, «pero eso no afecta al carácter de la reunión, ni al contenido o la duración».

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Al comienzo de la conversación con
Putin, Scholz ha mencionado la «situación difícil» para el país y para Europa. En este contexto, se ha alegrado de poder intercambiar ideas con el presidente ruso y ha destacado que «lo más importante es que resolvamos las relaciones entre los Estados a través de buenas conversaciones». Putin, por su parte, ha abordado en los primeros minutos de reunión la importancia de las buenas relaciones económicas con Alemania, en especial en el sector energético, una mención con segundas a la dependencia alemana del gas ruso. En el contexto de la historia germano-rusa, es «bueno que tengamos relaciones económicas muy adecuadas», ha subrayado. Ambos han coincidido en que las conversaciones se centrarán en el conflicto de Ucrania. A partir de ese momento, se ha invitado a la prensa a salir de la sala y el resto de la reunión, para la que hay previstas al menos cuatro horas en la agenda, tendrá lugar a puerta cerrada.

Horas antes del reencuentro de Scholz con Putin, el Kremlin informó que algunas tropas rusas se estaban retirando de la frontera con Ucrania. Mientras siguen en curso las maniobras a gran escala en todo el país, algunas unidades de los distritos militares del sur y el oeste han completado sus ejercicios y han regresado a sus cuarteles, según ha confirmado la agencia de noticias rusa Interfax citando al Ministerio de Defensa en Moscú. Scholz había pedido anteriormente a Putin «medidas concretas e inmediatas de desescalada» y podría hacer una lectura positiva de este movimiento.

Conversación de Scholz con Merkel

Scholz ha mantenido una larga conversación telefónica con su predecesora, Angela Merkel, para preparar esta reunión. Después de todo, ella conoce muy bien al ruso, tras numerosos encuentros durante las últimas dos décadas, al menos mejor que la mayoría de los otros políticos occidentales. Scholz no asume que Putin cederá después de las conversaciones e inmediatamente retirará sus fuerzas armadas de las fronteras de Ucrania. Pero su equipo si considera como un primer paso frenar la escalada. Ayer, el ministro de Relaciones Exteriores, Serguei Lavrov, le dijo a Putin frente a las cámaras que las negociaciones deberían continuar, pero nadie en Berlín está seguro de si esa afirmación debe ser tomada en serio.

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Scholz ha llegado a Moscú con la promesa del presidente ucraniano Volodimir Zelenski de que Kiev quiere avanzar en el proceso de Minsk con varias propuestas legislativas. El canciller alemán habló en privado ayer con Zelenski en la capital ucraniana y exigió su disposición para finalmente sentar todas las bases para que el proceso de Minsk vuelva a moverse, tal y como Rusia había pedido en la última reunión de formato Normandía mantenida en Moscú. Algunos de los proyectos de ley están disponibles o pronto serán presentados y llevados al parlamento ucraniano, asegura el equipo de Scholz. Estos incluyen regulaciones sobre las elecciones locales en Donbass y el estado de autonomía de las regiones de Donetsk y Luhansk, que ahora están controladas por separatistas.

Después de la reunión en el
Kremlin, Scholz quiere reunirse con representantes de la sociedad civil rusa, incluidos los de la organización de derechos humanos Memorial, en la residencia del embajador alemán en Moscú. Algunas de estas organizaciones han sido recientemente prohibidas y varios de sus miembros tienen que hacer frente a consecuencias penales que pueden llegar hasta la cárcel. Al final de su viaje, el Canciller quiere informar a los embajadores de los estados de la UE en la representación de la UE en Moscú sobre sus conversaciones con Putin, en las que solo están ellos dos solos y los intérpretes. Pero antes de todo esto, incluso antes de dirigirse al Kremlin, Scholz ha colocado una ofrenda floral en la Tumba del Soldado Desconocido, mientras una banda militar tocaba el himno nacional alemán. Es un día soleado en la capital rusa, hay algo de nieve y casi podría olvidarse por momentos que con la visita del canciller federal lo que está en juego es nada menos que la guerra o la paz.

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