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Puerto Rico ha celebrado ya seis referéndums sobre su vinculación con Estados Unidos, país al que está sujeto pero del que no forma parte propiamente. La última consulta fue en 2020 y en ella el 52,5% de los votantes (votó el 54,7% del censo) apoyó la integración en EE.UU. como un estado más, frente al 47,5% que se opuso (muchos de ellos prefieren mantener el estatus de Estado Libre Asociado, con algunas mejoras, si bien esta vez esto no se sometía a votación; la independencia tiene habitualmente escaso respaldo).
Pedro Pierluisi, gobernador de Puerto Rico desde enero de 2021, cargo al que llegó tras la caída por acusaciones de corrupción de su antecesor, Ricardo Rosselló, considera que existe un claro mandato de los puertorriqueños para resolver de una vez esta cuestión.
El problema es que desde Washington históricamente se ha mostrado poco interés en incorporar a Puerto Rico a la Unión. Pierluisi prefiere mostrarse optimista.
-¿Por qué esta vez debería ser diferente?
Nuestro reclamo es justo y tarde o temprano el Congreso de EE.UU. permitirá que podamos optar por la estadidad. Al Congreso le decimos: llevamos siendo ciudadanos americanos desde 1917, trátenos con igualdad, en programas de todo tipo, también de ayuda social, porque si no la gente se monta en un avión y se marcha a otros estados, y eso no es bueno para nadie.
Tras el último referéndum, ¿en qué punto se encuentra la iniciativa?
Hay dos proyectos relacionados con el estatus de Puerto Rico pendientes de consideración, uno en la Cámara de Representantes y otro el Senado. Los proyectos están compitiendo uno con otro. Ahora mismo hay un esfuerzo por parte del liderazgo del Partido Demócrata [con el que mantiene estrecha relación el Partido Nuevo Progresista (PNP) puertorriqueño, encabezado por Pierluisi] por lograr un consenso en la Cámara.
¿En qué se diferencian ambos proyectos?
El proyecto que yo favorezco busca que el Congreso convoque al pueblo de Puerto Rico a ratificar en una nueva consulta su deseo de estadidad [hasta ahora todos los referéndums han sido convocados por la propia isla] y se comprometa a implantar la estadidad si la mayoría lo decide. El otro proyecto plantea que se constituya una convención con delegados sobre el estatus de Puerto Rico, que estos sean consultados por una comisión conjunta del Congreso y que de ahí surja una solución.
Esto último suena a dar largas al asunto.
Es darle largas y además obviar el voto popular que ya tuvimos. Yo estoy apoyando la otra opción, en la que se tendría que consensuar si además de preguntar a los puertorriqueños sobre la estadidad también se les ofrecería pronunciarse sobre la libre asociación y la independencia.
Más allá de este asunto que Puerto Rico nunca acaba de despejar, la isla se encuentra en un momento de recuperación económica.
Nos encontramos en una nueva coyuntura. Atrás queda nuestro problema de deuda pública y estamos abriendo el país a los negocios. He venido a Madrid con unos cincuenta empresarios con una clara misión: queremos ofrecernos a España como puente estratégico para entrar en el mercado de Estados Unidos y queremos que España sea nuestra puerta al mercado europeo.
¿Cómo puede su Gobierno captar inversión española?
Tras las últimas crisis y el huracán María, que provocó una gran destrucción, tenemos disponibles 50.000 millones de dólares en programas federales para destinar en diez años a la renovación de infraestructuras, tanto viaria como de alcantarillado o red eléctrica. España, que cuenta con importantes empresas en ese sector, podría participar intensamente en esos programas, y de hecho algunas firmas ya se han implicado en licitaciones.
También cuenta con ellas para el sector energético. Como isla, Puerto Rico tiene una gran dependencia energética, y las renovables debieran darle mayor autonomía.
La ley nos marca el camino para que en 2025 el 40% de la generación eléctrica venga de fuentes renovables, y España es líder en ese campo. De momento nos hemos centrado en cambios de gestión: ya se privatizó por medio de una asociación público-privada la transmisión y distribución, y ahora estamos procurando que la iniciativa privada maneje también las plantas de generación, que iremos apagando en la medida en que entren las renovables.
Puerto Rico ha estado perdiendo población de manera constante en los últimos tres lustros. Parece que ese descenso se ha detenido, quedándose por encima de la barrera de los tres millones de habitantes.
Tenemos una cuestión de natalidad, como el resto del mundo, pero también el hecho de que, si la calidad de vida no es la ideal o no hay buenas oportunidades, la gente se marcha. Desde 2005 el descenso era constante y se agravó con el huracán María de 2017, cuando pudimos perder hasta 250.000 personas de golpe, la mitad de las cuales luego ha ido regresando. Pero la situación económica ha mejorado: en 2021 tuvimos un crecimiento del PIB del 3%, el paro está más bajo que nunca y tenemos el mayor número de empleos en quince años, a pesar de la baja poblacional.
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George is Digismak’s reported cum editor with 13 years of experience in Journalism