Friday, April 19

Tony, el funcionario de prisiones que escribe a compañeros en el día que fueron asesinados por ETA


Toledo
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«Querido compañero: cada vez que escribo, me envuelve un doble sentimiento y, aunque me embarga una honda tristeza, el destino me lleva a ella con la fragilidad de un pétalo que, a merced del viento, navega sin rumbo fijo. Por otro lado, al hacerlo descubro el orgullo de sentierme penitenciario, de verme reflejado en tu figura y de recoger con vanidad el héroe que porta tu solo recuerdo».

Estas líneas son el comienzo de una carta a Francisco Javier Gómez Elósegui, un psicólogo asesinado por ETA el 11 de marzo de 1997 en San Sebastián. Es una de las misivas que Tony Núñez ha escrito desde 2019 a compañeros de prisiones asesinados por ETA y a los que no conoció en vida.

Cartas con renglones cosidos desde el respeto y la emoción que entrega a sus familias en el día que se cumple el aniversario de su crimen, además de rezar ante las tumbas donde sus restos reposan. «No hace mucho tiempo, veinte-veinticinco años, nos mataban por ser funcionarios de prisiones. Por eso les hago estos pequeños homenajes y porque Instituciones Penitenciarias no se acuerda de ellos», lamenta, pausado, este funcionario de prisiones destinado en la cárcel de Pamplona I.

Cuando llega la fecha, y siempre con el permiso previo de la familia -«ella es la que manda», es su máxima-, se desplaza hasta la casa del homenajeado. Allí entrega en mano el texto, escrito pensando expresamente en él, además de un ramo de flores y una cinta de la Virgen del Pilar, ya que la mujer de Tony es de Zaragoza.

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En su pequeña lista se encuentran funcionarios de
prisiones como él; también algunos vivos, a día de hoy, después de sufrir un brutal atentado. «A estos compañeros les hago sólo un escrito». Y aparecen Francisco Javier, el psicólogo asesinado en 1997, o Conrada Muñoz Herrera, la madre de otro funcionario que murió a manos de la banda terrorista el 11 de agosto de 1989.

«Huellas muy profundas»

A Tony le brotan de carrerilla sus nombres y apellidos, sin tiempo para que el periodista pueda tomar nota, y habla de ellos desde un absoluto respeto, cambiando el ritmo de la voz en muchos casos, entrecortada cuando cita a otros. «Los compañeros que se han ido han dejado huellas muy profundas», sentencia.

Portada del recopilatorio con los escritos de Tony Núñez
Portada del recopilatorio con los escritos de Tony Núñez

«Espero que sepas, querido compañero, que aunque no te lo haya dicho nunca, quiero que percibas lo mucho que estás dentro de numerosas vidas en cada patio; en cada cabina, en cada rastrillo, en cada oficina, en cada uniforme», escribió en enero a José Ramón Domínguez Burillo. Era un funcionario de prisiones que fue asesinado por ETA de dos disparos en la espalda camino del centro penitenciario de Maturtene (San Sebastián). «Mortalmente herido, permaneció desangrándose durante unos veinte minutos, hasta que fue descubierto por un niño de diez años que iba a la escuela», recuerda Tony.

«Así se lo transmito a mis hijos. Que los héroes y heroínas, con demasiada frecuencia, ni llevan capa ni poderes ocultos que asombrarían al mundo. Pero doy fe de la fuerza e intensidad del trébol que llevo conmigo a todas partes y del lugar que ocupáis en la sociedad. También en el cuerpo penitenciario». Estas sentidas líneas abrochaban el texto que, el pasado año, dirigió a Máximo Casado Carrera, otro compañero al que sesgaron la vida mediante la colocación de un coche bomba en Vitoria. Fue el 22 de octubre de 2000.

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La última carta que ha escrito está dirigida a Juan José Baeza, compañero de profesión tiroteado y herido por ETA el 17 de abril de 1997 en San Sebastián cuando regresa a su casa. «En cada homenaje, demostramos y demostraremos a toda esa gente que nos hace de menos el bloque de humanismo y honradez que atesora este cuerpo», le dedicó Tony hace unos días.

José Luis, el próximo

No tiene palabras por el apoyo incondicional de la Asociación Víctimas del Terrorismo (AVT) y está especialmente agradecido a Jorge Mota Iglesias, exdelegado del colectivo en el País Vasco y ahora concejal en el Ayuntamiento de San Sebastián. «Es como mi ángel de la guarda en esta iniciativa, el que más me ha ayudado», reconoce el funcionario.

Sus misivas están recogidas en un recopilatorio titulado ‘Héroes penitenciarios’, que le gustaría convertirlo en un libro cuando tenga financiación. «Si tengo padrino, me gustaría», tercia este funcionario con veinte años de carrera, en los que ha conocido de todo. Delegado del sindicato APFP en Pamplona I, pasó por las prisiones de Daroca y Zuera (Zaragoza), Melilla, Fontcalent y Villena (Alicante) y Murcia antes de llegar a Navarra.

El próximo destinatario será otro compañero, José Luis López Montenegro. El 8 de mayo de 1989, ETA le tendió una emboscada cuando salía de trabajar y lo hirieron, aunque puedo escapar. Sin embargo, dos de los policías nacionales que pararon para auxiliarlo murieron asesinados al reventar un vehículo con quince kilos de amonal. Hace tres años, Tony escribió a José Luis unas palabras dirigidas a todo el colectivo: «Sois unos auténticos héroes, cuya memoria pule, encala y ennoblece el escudo que da brillo a nuestro trabajo».

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