Friday, April 19

Un expolicía expulsado del Cuerpo dirigía una de las mayores redes de la ruta africana de la cocaína


Madrid
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El vigués Miguel Ángel Devesa ingresó en la Policía en 1999, hizo las prácticas en su ciudad natal y trabajó luego en Madrid, pero en 2003 ya había sido expulsado del Cuerpo por pasarse al otro lado de la ley. Poco después de llegar a la capital de España ya se le abrió un expediente, y no pasó mucho tiempo hasta que perdió su condición de funcionario. La razón: «Traicionar la confianza de los ciudadanos con comportamientos gravemente atentatorios a los principios de integridad, dignidad y disciplina». Nada menos que eso.

Con antecedentes por tráfico de drogas, explosivos y armas, así como por falsificación de documentos de identidad, desde hacía más de una década era objetivo prioritario de la Brigada Central de Estupefacientes de la Policía al haberse convertido en uno de los mayores capos de la cocaína de los que actúan en la ruta africana.

Su rastro aparecía una y otra vez en las operaciones, pero era muy complicado detenerle. Estaba afincado en Costa de Marfil, donde tenía una empresa, grandes relaciones que ‘engrasaba’ con abundantes cantidades de dinero y todos los medios y contactos necesarios para sus actividades. Fue detenido en ese país el miércoles por la noche, lo mismo que otras nueve personas, cinco de ellas españoles, en concreto tres mujeres y dos hombres. Uno de estos últimos, marinero de origen vasco y llamado Aitor Pikabea, es el socio del expolicía. El otro lugarteniente es José María Muñiz, gallego y también hombre de mar. El resto de los implicados son dos colombianos, un portugués y un marfileño.

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Aitor Pikabea, tras ser detenido en la capital de Costa de Marmif
Aitor Pikabea, tras ser detenido en la capital de Costa de Marmif – ABC

La organización desmantelada traficaba -por vía marítima y aérea- con cocaína desde Suramérica hasta África y después Europa. La Policía estima que a través de esta ruta pasan anualmente entre 50 y 60 toneladas de esta sustancia estupefaciente. Para dar una idea de la importancia de la trama hay que destacar que a Devesa se le relacionó, hace una década, con un Boeing 757 que quedó atrapado en las arenas del desierto con ocho toneladas de cocaína en la panza. Como no se pudo sacar el aparato de allí, los narcotraficantes decidieron quemarlo.

La Brigada Central de Estupefacientes logró identificar la red española que operaba en África, desde donde dirigían su base de operaciones, para recibir y llevar a cabo envíos de grandes cantidades de cocaína hacia Europa. Según las fuentes consultadas por ABC, se trata de comisionistas que se quedan con una parte de los alijos procedentes de Colombia que transportan luego al Viejo Continent. Por supuesto, venden luego su parte de la mercancía. Se investiga ahora la infraestructura que, se sospecha, tiene la red en España.

A finales de dicembre pasado la Policía supo que había dos españoles a bordo de una embarcación en riesgo de naufragar a unas 300 millas náuticas frente a las costas ghanesas, que fueron rescatados por Salvamento Marítimo. Se trataba de Pikabea y Muñiz, los dos hombres de confianza del jefe.

Los náufragos rechazaron en un primer momento subir a bordo del buque que acudió en su socorro, hecho que levantó las sospechas de los agentes. Habían mantenido comunicaciones con Devesa y el mensaje que le enviaron, con palabras en clave, fue que la droga que transportaban estaba a buen recaudo. Ambos llegaron días después a Abdijan sin más novedades, mientras un pesquero recuperaba el cayuco y lo llevaba a puerto. Los tripulantes de esa embarcación pidieron dinero a cambio de devolvérselo, pero la red rechazó la oferta.

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El principio del fin de la organización es llamativo. La Policía de Costa de Marfil recibió una denuncia en relación con un altercado ocurrido en una vivienda de la capital del país entre un ciudadano colombiano y una prostituta a las que había contratado. En concreto, este individuo proporcionó una paliza a la chica, que lo denunció. Al acudir al lugar, los agentes descubrieron 168 kilos de cocaína, por lo que el hombre, que resultó ser Gustavo Alberto Valencia Sepúlveda, ‘cocinero’ de la organización liderada por el expolicía, fue detenido.

En dependencias policiales, acorralado, este individuo declaró que la droga no era suya, sino de Devesa, el expolicía español. La información llegó de inmediato al capo mediante el correspondiente chivatazo y el jefe de la organización decidió darse a la fuga para evitar problemas. Lo malo para él es que era un momento complicado porque esos días le visitaban su madre, su mujer, que es de origen marroquí, y su hijo, de modo que se los llevó con él. Le acompañaba, además, el ya citado Miguel Ángel Muñiz.

Tras los registros posteriores en la empresa del principal investigado, en la localidad portuaria de San Pedro, situada junto a la frontera con Liberia, los agentes localizaron más de 1,8 toneladas de cocaína. Tras el hallazgo se detuvo se detuvo al fugitivo, a su familia y al lugarteniente cuando intentaban llegar a Togo a través de una frontera ilegal. Tras ese primer arresto las autoridades de Costa del Marfil detuvieron al resto de la red.

Aitor Pikabea, que estaba bajo vigilancia discreta, fue localizado en la vivienda de un empresario de productos químicos situada en un barrio residencial de Abidjan y que se cree que también formaba parte de la organización. La Policía española llevaba más de dos años detrás de él, pero era muy difícil conseguir pruebas que lo incriminasen porque apenas pasaba mes y medio en España, donde además no traficaba.

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Hay un episodio que explica muy bien el poder del jefe de la organización. Hace unos años el expolicía fue detenido en una nave de Costa de Marfil junto a un portugués después de descuartizar a un colombiano, cuyos miembros envolvieron en plástico. En el momento del arresto tenía la ropa ensangrentada. Él explicó a los agentes que la víctima había intentado atacarles y que su guardaespaldas le disparó. Los jueces debieron creerle, porque solo fue condenado a doce meses… Veremos esta vez.

 

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