Wednesday, March 27

Un hombre de centro que tiende puentes


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Las
carreras políticas suelen pasar por un momento definitorio, que sella su legado al tiempo que hace avanzar la historia por determinado camino. Y ese momento aparece a menudo destilado en una sola frase, como el «whatever it takes» de Mario Draghi, sobre la que todavía hoy se sostiene la liquidez de los periféricos europeos, o «la solidaridad y la responsabilidad son las dos caras de una misma moneda» de Merkel, que mantuvo a la UE en la senda de las reformas estructurales durante la penúltima crisis.

El momento definitorio de la carrera de Frank-Walter Steinmier, que este domingo ha sido reelegido como presidente de Alemania para el próximo lustro, tuvo lugar en noviembre de 2017. Merkel había ganado por cuarta vez las elecciones pero no lograba formar gobierno.

Legislatura tras legislatura, la canciller alemana había ido fagocitando el perfil político de sus socios, que se hundían después en las urnas, y nadie quería pactar con ella.

Fue entonces cuando Steinmeier pronunció su frase: «El encargo de formar gobierno es el más alto mandato que reciben los partidos políticos». Su partido, el socialdemócrata, entendió que estaba siendo llamado a un sacrificio propiciatorio. Dejar gobernar a Merkel en minoría significaba inestabilidad y debilidad para Alemania. Y aquella última gran coalición no solamente reforzó a Alemania ante el mundo, sino que terminó convirtiendo al SPD, por entonces en coma y con un resultado electoral del 20%, en la primera fuerza política alemana de la era postMerkel.

Este es también el momento que explica por qué Steinmeier, en la votación que se ha producido hoy en la Asamblea Federal, cuenta con el apoyo de los tres partidos que forman la actual coalición de gobierno (socialdemócratas, liberales y verdes) y también de la oposición conservadora CDU/CSU.

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La Asamblea Federal alemana se reúne solamente para elegir al presidente. Está formada por los 736 diputados del Budenstag, otros 736 representantes de los Bundesländer y entre ellos hay, no solamente políticos, sino también personalidades de la cultura, los movimientos civiles y el deporte.
El consenso ha sido tan amplio a favor de Steinmeier que el resto de candidatos han sido presentados solamente para cumplir con la burocracia y con carácter simbólico. Los Verdes han nominado a la actriz Sibel Kekilli, un guiño a la cultura. La Izquierda ha presentado a un médico y experto en pobreza, Gerhard Trabert, mientras que la derecha populista de AfD propone a Max Otte, un economista que milita en la CDU, y Freie Wäler (Electores Libres) a una política local de Brandemburgo, la Alemania vacía, Stefanie Gebauer. Ninguno de ellos tiene posibilidades.

«El gran tema de Steinmeier, el que imprime carácter a su Presidencia, es que la democracia y la libertad no es algo que se pueda dar por sentado», señala la politóloga Andrea RömmeleSus pies políticos están anclados con fuerza al centro, pero ha sabido ejercer su cargo hasta ahora muy por encima de ideologías y, sobre todo, de partidismos

Lo cierto es que, en su primera elección en 2016, Steinmeier ya contó con un gran consenso en torno a su persona. Tanto fue así que la CDU/CSU no presentó candidato para poder votar a su favor. «Una señal de estabilidad en tiempos inciertos», presentó Merkel la jugada, Con Trump en la Casa Blanca, AfD en el parlamento alemán y gobiernos de tintes populistas en Polonia y en Hungría. «El gran tema de Steinmeier, el que imprime carácter a su Presidencia, es que la democracia y la libertad no es algo que se pueda dar por sentado», señala la politóloga Andrea Römmele, «hace valer la responsabilidad política en manos de los partidos y pivota desde el centro, siempre en defensa de una Alemania fuerte».

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«Es un gran constructor de puentes», destaca Römmele, y se refiere a lo que se ha convertido ya en una firme tradición en el Palacio de Bellevue, la «mesa café» del presidente, en la que regularmente y en torno a una taza humeante, sienta a dialogar a antivacunas con científicos, maestros con empresarios, inquilinos con propietarios, ecologistas con parados…
Durante la pandemia, estas reuniones se tornaron virtuales y fueron retransmitidas en abierto en Internet, lo que ha valido para reforzar su perfil de amalgamador de unidad nacional.

Los pies políticos de Steinmeier están anclados con fuerza al centro, pero ha sabido ejercer su cargo hasta ahora muy por encima de ideologías y, sobre todo, por encima de partidismos. Pero la pandemia ha puesto duramente a prueba su capacidad de mantener unida a Alemania. Solo un 19% de los alemanes, en una encuesta de Civey, cree que Steinmeier ha evitado la polarización en torno a las restricciones y el 37% se pregunta ahora si su oficina de representación es prescindible. Es su asignatura pendiente.

«Steinmeier es un factor de estabilidad en este país (…) una roca algo aburrida en medio de las olas de la tormenta», juzga Stefan Aust, editor de Die Welt, que publica esa encuesta, «tenemos la suerte de que anunció su voluntad de postularse nuevamente para el cargo de forma temprana, impidiendo que la Presidencia Federal entrara en la campaña electoral como parte de una jugada de póquer político». Aust analiza las alternativas a su continuidad y concluye que «todo esto fue impedido por la voluntad de Frank Steinmeier de postularse para el cargo y solo por eso merece todos los votos».

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