Thursday, April 18

«Yo no he pegado una patada a nadie en mi vida»


Madrid
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El diputado de Más País, Íñigo Errejón, ha declarado este viernes en el juicio celebrado por el titular del juzgado número 43 de Madrid que
no existió la agresión que denunció Alberto Domarco y que el rifirrafe tuvo lugar porque este vecino de Lavapiés le pidió con insistencia un selfie y llegó a intentar pasar su brazo por encima de los hombros del diputado para posar. «Yo le aparto el brazo. Yo no he pegado una patada a nadie en mi vida», ha asegurado. La Fiscalía ha pedido la libre absolución por falta de pruebas y el denunciante, una multa de 6.000 euros y una indemnización de 1.500.

Fue la noche del 2 de mayo de 2021, poco antes del toque de queda, que en Madrid estaba fijado a las 23:00 horas, en una de las calles de Lavapiés.

Errejón estaba con un grupo de compañeros de trabajo y procedían del cierre de campaña electoral, era la víspera de la jornada de reflexión para las autonómicas madrileñas. Esperaban a la puerta de una tienda de alimentación a uno de los acompañantes. Desde hacía rato les venía incordiando un hombre corpulento de raza negra que parecía ebrio y se les acercaba mucho.

Domarco, por su parte, había salido a dar una vuelta con el perro. Se encontró con otro vecino, Miguel Ángel, y compartieron un par de botellines hasta ponerse en dirección a sus respectivas casas. Entonces, los dos grupos se encontraron.

«De la calle que baja vienen dos señores, un señor fuerte y otro más bajito, que se me acercan y ya desde un poco lejos, uno de ellos, el bajito, me dice ‘¡Hombre, Errejón!’, con un tono que mi percepción es que era un tono burlón. Me dice ‘Errejón, sácate una foto!’», ha explicado el diputado ante el juez. Según su versión, le dijo que no y le dio entre otras razones que ya no estaba trabajando a esas horas, pero el señor siguió «insistiendo» con argumentos como que se había «sacado una foto hasta con Monedero».

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«Me dijo, ‘¡Venga, rojillo!’ y se acercó como con voluntad de sacarse un selfie», explicó Errejón, que reprodujo en sala el gesto de echar el brazo sobre el hombro de alguien para posar en una fotografía. «A mi lo de rojillo me hace estar incómodo, porque presupongo que no es un fan y ya se lo he dicho varias veces y es verdad que ahí, me enfado. Y sigue, y la cosa va aumentando porque son muchas insistencias y le he dicho que no me voy a sacar una foto. Cuando viene como para abrazar, le digo ‘ya te lo he dicho, no’, y hago ‘quita’, añadió, para concretar:
«Lo que yo hago es apartarle el brazo porque me parece muy ofensivo».

«Es un buscarruinas»

Fue entonces cuando un compañero instó a Errejón a abandonar el lugar -«vámonos de aquí, que este es un buscarruinas»-. El diputado ha explicado al juez que aceptó a regañadientes, le parecía «muy injusto» tener que irse él cuando era el otro quien le estaba incomodando. Siempre según su versión de los hechos, cuando se marchaban, Domarco le seguía insultando: «cabrón, te voy a joder la vida». El individuo anónimo y con aspecto ebrio, seguía allí y el grupo de amigos de Errejón estaba en un «momento muy tenso» intentando quitárselo de encima.

Ese compañero es el diputado de Más Madrid Hector Tejero Franco, que ha declarado en el juicio como testigo y ha ratificado la versión de Errejón. Asegura que no se produjo patada alguna y de haberse producido, la habría visto porque estaba justo a su lado. Ha afirmado que cuando se marcharon, Domarco no estaba mostrando ningún signo de dolor ni nada parecido. En la misma línea, Carlos Martín Pina, también compañero de formación de Errejón y también a su lado aquella noche, que ha ratificado su relato.

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«Pensaba que iba a ser más simpático»

La versión del denunciante y el hombre que le acompañaba, Miguel Ángel, difieren de la del diputado. Domarco, de 67 años, asegura que se acercó a Errejón «en plan simpático» y que cuando le dijo que «le ponía a parir» en redes sociales, lo hizo «entre risas». «Yo pensaba que iba a ser más simpático este señor. Y a Monedero le dije lo mismo y estuve 15 minutos hablando con él y terminamos haciéndonos una fotografía», ha señalado. Para él se trataba meramente de «un famoso» y por eso quería el selfie, no porque sintiera por Errejón «ni simpatía ni simpatío».

«Fue decirle eso y ¡pataplón!, ¡patada! Y siento un dolor muy agudo y me cagué en todo lo cagable, hasta en su padre«, ha narrado el denunciante, que ha representado para la sala el modo en que asegura, Errejón le propinó la patada, de manera lateal. Reconoce haberle insultado a voces cuando se marchaba, pero siempre »después de la patada«. El acompañante ha testificado que fue una patada frontal y que le desplazó dos metros, también que Domarco se había acercado con »mucha educación«.

El misterioso hombre de las latas

Su acompañante, Miguel Ángel, le dio el teléfono sobre la marcha para que llamase a la Policía. «Y treinta segundos después un hombre de color
me agarra por la espalda, un hombre de dos metros
¿Eh? y diciendo ‘no llames a la policía’, ‘no llames a la policía’. Y yo: ‘¡Me cago en la leche que viene a pegarme!’».

Domarco daba por hecho que ese hombre debía ser escolta de Errejón y de hecho, en la denuncia lo señaló como uno de sus acompañantes. Al final, parece esclarecido que era una persona con problemas, porque otra vecina que ha testificado llamó a la policía al verle subido al techo de un taxi lanzando latas. En la calle Buenavista de Lavapiés a las once de la noche de aquel 2 de mayo había además, una pelea en un bar. «Era surrealista», «de locos», diría la vecina sobre el esperpento. No vio una agresión, pero sí al denunciante encogido de dolor.

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Alberto Oliver, amigo personal de Errejón se encontraba con el grupo en la puerta de la tienda de ultramarinos y ha explicado un tercer ángulo ante el juez. Que el hombre de raza negra se fue hacia el denunciante, «lo abrazó» y luego hubo rifirrafe. Intervino y acabó entre los dos. Sostiene que ese individuo soltó alguna patada pero desconoce si hubo impacto. Después, comenzó el lanzamiento de latas.

Domarco enfiló después camino de casa y justo en ese momento llegó la policía, aunque no tenía ya dolor así que no quiso ver al Samur. El 5 de mayo fue a urgencias «aprovechando» que ese día, tenía cita en oncología. «Me dijo el médico que había tenido mucha suerte, que si hubiese estado 30 centímetros más cerca, tendría las tripas en el suelo». Padecía de una hernia en el estómago justo en la zona, donde dice, le dio Errejón la patada.

Con todo, el juicio es por delito leve de maltrato dado que no se acreditó que sufriera lesiones. Domarco reclama por «un mes y medio con ansiedad», entre otros problemas, que se le condene a dos meses de multa a 100 euros diarios y una indemnización de 1.500 euros. La Fiscalía pide la libre absolución por falta de pruebas, como la defensa de Errejón, que aprecia que «no existen pruebas de cargo».

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